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lunes, 22 de agosto de 2011

La Enfermedad Vascular Periférica cursa sin síntomas en la mitad de los afectados



- La Enfermedad Vascular Periférica, EVP, provoca el doble de muertes que el cáncer de mama y ocasiona tanta mortalidad como el cáncer intestinal. Pero esta enfermedad en general está mal interpretada y subdiagnosticada y sin embargo es gravísima, quien la padece está globalmente enfermo, la mayoría son pacientes con aterosclerosis en las arterias que no son las centrales o del corazón, describió Carlos Rojas Matas, médico subjefe del Servicio de Hemodinamia del Hospital Italiano en una nota del diario La nación.

Aseguran estos expertos que contribuyen con el subdiagnóstico la baja difusión de su conocimiento médico -una encuesta publicada en la revista JAMA informó que el 49% de los profesionales saben de qué se trata, ante un 83% de los pacientes que la padecen que se han informado- y el hecho clínico de que uno de cada dos enfermos no presente los síntomas más conocidos, la sensación de debilidad y el dolor en las piernas al caminar que desaparece con el reposo -claudicación intermitente-.

- Estos pacientes se presentan con más enfermedades relacionadas. Los principales factores de riesgo de esta enfermedad son la diabetes, la hiperlipidemia -colesterol y triglicéridos elevados-, la hipertensión y el tabaquismo. De ellos, fumar es el de más peso, más del 80% de los pacientes con claudicación intermitente típica fuman más de dos paquetes de cigarrillos por día. Es altísima la relación entre el tabaco y la EVP, informó el Dr. Rojas Mata.

La gravedad de los síntomas depende de la cantidad de arterias obstruidas y de vasos disponibles para compensar esa reducción del flujo sanguíneo que genera la acumulación de placa en las paredes arteriales.

- Por lo general estos pacientes no sufren una complicación porque algo migre y obstruya la circulación en un vaso o una arteria, sino que ocurre cuando se accidenta la placa de ateroma porque el endotelio -fina capa de células que cubre la pared interna de las arterias- queda expuesto a la sangre y proteínas de coagulación. Así se dispara una cascada de procesos provocando que la sangre se coagule en el lugar de la lesión. En ese proceso natural destinado a cicatrizar la lesión, el cuerpo tapa la arteria periférica, ya sea de las piernas, la aorta abdominal, o las arterias que irrigan el intestino o los riñones, lo que desencadena la urgencia en estos pacientes, en tanto que otros se deterioran crónicamente por las múltiples enfermedades concomitantes, precisó Ignacio Bluro, médico del Servicio de Cardiología del Instituto de Medicina Cardiovascular del Italiano.

Ignacio Bluro junto con Carlos Rojas Mata y Ricardo Marenchino organizaron la I Jornada de EVP del Hospital Italiano para médicos del país, celebrada la semana anterior. Previamente habían creado  una página en Facebook con el nombre de la EVP apuntando a reducir el subdiagnóstico y prevenir sus complicaciones: el ACV, accidente cerebrovascular, el infarto cardíaco e incluso la muerte.

Se estima que cuando la EVP se denota en síntomas, está multiplicada por cuatro veces la mortalidad por todas las causas y ocho veces la mortalidad cardiovascular. La EVP está asociada también con la aparición de un aneurisma -dilatación localizada de la pared de un vaso- e insuficiencia renal.
- Examinando las estadísticas vitales de nuestro país, el 50% de los hombres y el 40% de las mujeres se mueren de problemas vasculares: ACV, isquemia en las piernas, enfermedad coronaria, aneurismas, insuficiencia renal secundaria, entre otros. Si la población comprendiera que tiene que dejar de fumar, hacer ejercicio y controlar el colesterol y la hipertensión, el impacto sería enorme, repasó Ignacio Bluro.

La EVP se diagnostica con herramientas clínicas económicas y accesibles: revisación general, un cuestionario breve para evaluar la dificultad al caminar o la claudicación y el índice tobillo-brazo  y el tratamiento no se limita a un medicamento, sino que apunta a a modificar hábitos: adelgazar, dejar de fumar, si hay que hacerlo, y caminar.

Es necesario que los afectados caminen todo lo que puedan y lo más rápido posible hasta comenzar a sentir dolor en las piernas. Entonces, descansar y volver a caminar. ¿Cuánto tiempo?

- Por lo menos 40 minutos, tres o cuatro veces por semana, propone Carlos Rojas Matas.



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