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jueves, 6 de marzo de 2014

Mara Favoretto, autora de las canciones de Charly García

de TIEMPO ARGENTINO

04.03.2014 | Entrevista a Mara Favoretto, autora de Charly García en el país de las alegorías
 

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"Las frases de sus canciones son parte del habla de los argentinos"

 La autora, argentina residente en Australia, hace un pormenorizado análisis de la poética que sostiene las canciones del músico de rock que  se convirtió en leyenda viviente y va mucho más allá del campo de la música. 

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 Si hubiera que establecer los ingredientes fundamentales que componen la receta del gen argentino, podría decirse que se necesitan 100 gramos de unitarios y otros 100 de federales; dos o tres laberintos borgeanos; una cucharadita de sonrisa gardeliana y un puñado generoso de Evita. Para que todo cuaje habría que agregar un huevo de Perón (completar con otro de Maradona), esencia de San Martín para aromatizar y, no caben dudas, una pizca de Charly García para que la cosa se ponga picante. Porque a esta altura es imposible negar que Charly es mucho más que el emblema del rock nacional: es uno de los grandes mitos modernos de los argentinos. El hombre del bigote dual; el que le dijo al jefe Springsteen que acá mandaba él; el culo más famoso de los escenarios latinoamericanos; un objeto volador no identificado capaz de aterrizar en las piletas de los mismos hoteles que primero se encarga de demoler. Hoy es imposible hablar de la cultura argentina sin mencionarlo. Algo de eso alimenta el libro Charly en el país de las alegorías, en el que su autora, Mara Favoretto, realiza un estudio detalladísimo de la poética que sostiene la obra del último gran músico popular argentino.
En él  Favoretto destaca la forma en que García trabaja poéticamente los textos de sus canciones a partir de la alegoría, un recurso metafórico que es a la vez clásico y popular. Pero también vuelve evidente que el contexto es fundamental para acceder al mensaje que ellas contienen, en tanto se vinculan fuertemente con "el aquí y ahora", para decirlo con palabras de Favoretto. Según esta mirada, Charly García es un perspicaz observador de la realidad y del presente, pero con inteligencia de sobra como para no desconocer su pertenencia a un marco histórico y cultural determinado. Por eso Charly es sinónimo de Rock Nacional.
Y por eso nadie se sorprenderá si una de las ideas que aparecen de entrada al recorrer las páginas de Charly en el país de las alegorías es la proximidad que parece tener la poética de García con cierto espíritu tanguero. Por caso, la primera letra que se reproduce en el libro es la de "Cuando comenzamos a nacer", que con unas leves modificaciones da la impresión de que bien podría ser uno de esos tangos de tono existencial, al estilo de los que solía crear Enrique Santos Discépolo. Versos como "Qué poca cosa es la realidad,/mejor seguir, mejor soñar,/que lo que vale no es el día"; o "Pero si te ofrecen el final,/ dirás igual me he de quedar/ porque soy yo, porque es mi vida", bien pueden pasar por obra del autor de "Cambalache" con sólo cambiar la entonación y la actitud con que se los canta. "Por supuesto que el vínculo entre tango y rock existe, y no sólo en Charly", dice Favoretto y para ella no hay dudas. "Desde sus comienzos hay tango en sus composiciones, porque si bien Charly es rock, lo es desde la Argentina y desde Buenos Aires. Compone desde un contexto  en el que el tango es parte del aire que se respira. Y él mismo se encarga de dejarlo claro en 1982: "Escucho un tango y un rock y presiento que soy yo" ("Yo no quiero volverme tan loco", "Yendo de la cama al living".) Casi 20 años más tarde, en Rock and Roll Yo (2010) incluye dos versiones de la canción 'V.S.D', una de ellas es un tango bien clásico.  Es decir, su identificación con el tango está muy clara."
Pero también hay una idea poética muy clara. Cuando Fidel Nadal era cantante de Todos Tus Muertos, se manifestó en contra de la poesía de Charly justamente porque designaba como "dinosaurios" a lo que en realidad era otra cosa. Es decir, abjuraba de los procedimientos poéticos más básicos. 
–¿En algún momento aparece en el trabajo de Charly algún conflicto con esa forma de trabajar a través de la alegoría?
–Todo lo contrario, la poesía tiene una belleza innegable, aunque uses una metáfora de "dinosaurios" o monstruos, que, en todo caso, era menos espeluznante que la realidad a la que se refería tal figura. En aquel momento era una forma bastante sutil de describir una realidad dura. La poesía de Charly no utiliza palabras complejas, sino que utiliza palabras simples en una estructura compleja que es la alegoría. Su forma es interesante porque es un lenguaje universal, es una estrategia retórica muy antigua y todavía vigente, y esto, lejos de ser un conflicto, para mí es una fortaleza en sus letras, porque a simple viste parece un texto sencillo, pero al escarbarlo, entrás en un laberinto de significados. Entonces la audiencia cumple un rol muy activo porque debe pensar y analizar si desea que esas palabras tengan un significado. A la vez, al carecer de referencias exactas en el texto, tiene toda la libertad para interpretarlas como quiera. Me parece bellísimo que la canción cree esa complicidad, esa intimidad entre el artista y su público.
–Sin entrar en discusiones, Luis Alberto Spinetta es considerado el gran poeta del rock nacional, afirmación que en esencia representa el olvido de otros grandes letristas como el propio Charly. A priori ambos parecen andar por caminos opuestos en sus operaciones poéticas. ¿En qué se diferencian Spinetta y Charly a partir del uso del lenguaje y las intensiones con que trabajaran sus canciones? 
–Ambos ocupan un lugar central en el rock nacional y tal vez hasta son complementarios en cierto modo. El lenguaje de Charly es más sencillo, más cotidiano, más a nivel personal, (mi aquí/ahora, mi yo), con muchas de sus canciones escritas en primera persona. Spinetta es más cósmico, más universal, va más allá del conflicto a nivel subjetivo. Spinetta tiraba para el lado del surrealismo y su interés artístico era diferente al de Charly, que es más rebelde, más polémico, más desafiante.
–Justamente el libro menciona cierto mito en relación al vínculo artístico entre ellos, aludiendo a "lo peligroso que podría haber sido que ambos músicos continuaran componiendo juntos". ¿Cuál sería exactamente el mito y en dónde radicaba ese peligro?
–Charly lo explicó más de una vez: juntos eran dinamita, había una energía muy fuerte cuando estaban juntos. Esa cita que decís se refiere a una anécdota de cuando estaban componiendo "Rezo por vos". La canción dice "Y quemé las cortinas y me encendí de amor" y a los pocos días el departamento de Charly se incendió de verdad. Ellos tomaron el hecho como una señal y el disco no se concretó. Lo que puede haber sido una casualidad o un accidente se contó de tal forma que creó un mito: el de la fuerza incontrolable que ellos producían. Según esa lógica, si una canción iniciaba un incendio, imaginate lo que podría haber ocurrido con un disco. Es probable que esa no sea la razón por la que el disco no se hizo. Pero el episodio y la forma en que Charly lo cuenta alimentaron esa idea y a su público nos encanta pensar que es cierto, como si dos dioses combinaran sus superpoderes y el resultado fuese enigmático e incontrolable. De nuevo estamos frente a un desafío: imaginar cómo nos gustaría que hubiese sido ese encuentro de dioses.
–Desde lo musical hay un evidente cambio en los trabajos de Charly a partir de la edición de La hija de la lágrima, a mediados de la década del '90, que coincide con la etapa más problemática en su vida personal y su conducta pública. ¿Esto ha tenido un correlato en sus letras?
–Muchas veces el periodismo y la crítica se centraron demasiado en lo anecdótico y lo privado de su vida, cosa que él también alimentó a su manera. Me parece que hay que indagar más profundo y analizar sus composiciones sin quedarse en lo anecdótico. En La hija de la lágrima hay canciones de una profundidad impresionante, como "Chipi Chipi", en la que el título distrae por su aparente superficialidad y sin embargo contiene una de las ideas más contundentes de esta etapa: la eternidad de su música y su misión. Charly se muestra consciente de su trascendencia y su rol en la cultura argentina: "Esta canción durará por siempre porque yo mismo la hice así". En efecto, se propuso hacer "la canción sin fin", una especie de cuento de la buena pipa a lo Charly, pero dejando claro que fue su decisión y su voluntad. Esta canción parece un testamento, un legado, "no te olvides nunca (....) ya se hace de noche, me tengo que ir."
–¿Cuál dirías que es el gran mérito de Charly García como autor y poeta?
–Una forma de medir ese mérito tiene que ver con lo que se ha visto en sus últimos conciertos. Hoy llama mucho la atención ver la diferencia en edad en el público de sus conciertos, reuniendo a varias generaciones, a padres con hijos, y casi todos se saben las letras de las canciones, desde Sui Generis a Kill Gill. Algo similar pasó con los Beatles, con los Rolling Stones, pero en el rock argentino pienso que es único. Además Charly ha hecho cosas interesantes, como controlar su propia fama y popularidad evitando ser manejado por otros  como un producto de consumo. Sabiendo que eso era un proceso inevitable, decidió ganarles de mano y explotar su popularidad a su antojo. También entendió las emociones de los argentinos y supo conmovernos: su versión del himno nacional es un ejemplo de su sensibilidad y de cómo sabe tocarnos las fibras íntimas. 
–Eso también tiene que ver con el lugar que ocupa dentro de la cultura popular argentina. Parafraseando el título de uno de sus discos, ¿se puede decir que Charly se ha convertido en una "influencia" inevitable para los argentinos?
–Creo que su influencia es medible en la medida en que muchas frases de sus canciones aparecen como parte del habla cotidiana de los argentinos, ya forman parte de nuestro idioma local. Frecuentemente puede leerse en los diarios y hasta en tapas de libros sobre otros temas, frases tomadas de sus canciones. Eso mismo pasó con el tango. Y esto responde también a la primera pregunta que me hiciste. Su poesía ya entró en nuestro imaginario y hoy usamos palabras como "demoliendo" o "tribulaciones, lamentos y ocaso" sin necesidad de poner una nota al pie aclarando de dónde viene el dicho. Y eso no es poco. Además a los argentinos nos encanta idolatrar y entronizar a nuestros ídolos populares. Charly creó un trono en la cultura popular argentina y después se sentó en él. «

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