de
Página 12
CINE › EL INFIERNO, DEL MEXICANO LUIS ESTRADA, CON DAMIAN ALCAZAR
La narcomanía vista desde adentro
Por Diego Brodersen
¿Oportunismo
o casualidad? Los distribuidores afirman que se trata del más puro
azar. Lo cierto es que El infierno se estrena –con casi cuatro años de
retraso– al tiempo que la telenovela colombiana Escobar, el patrón del
mal se convierte en un moderado éxito en la televisión argentina y los
noticieros locales dedican buena parte de sus emisiones al tráfico de
drogas, los carteles internacionales y los “narcos”, ese apócope tan
afincado en la lengua española. Sexto largometraje del mexicano Luis
Estrada (cuyo film anterior, La ley de Herodes, supo participar de
alguna lejana edición del festival de cine marplatense), El infierno se
plantea como una suerte de manifiesto satírico alrededor del tema, cruza
de soap-opera, película de gansters, comedia de tonos oscuros y neonoir
de pueblo chico, todo ello aderezado con una pizca de condimentos
tarantinescos. Estrenada en México unos pocos días antes de los festejos
por el bicentenario de la Independencia, el film se transformó
rápidamente en un éxito de público y no fueron pocas las polémicas
acerca de su mirada sobre la situación social y el violento accionar de
las bandas criminales.
La cosa se pone en marcha con un plano robado a algún western de
John Ford, el sol cerca del horizonte y la silueta de un joven
despidiéndose de su madre y su hermano. Corte, elipsis y han
transcurrido veinte años. Juan Vargas (el experimentado actor Damián
Alcázar, recordado protagonista de La mujer del puerto, de Ripstein)
regresa a su terruño y lo encuentra, por decirlo suavemente, algo
cambiado. Podría afirmarse que la vida cotidiana de los habitantes de
San Miguel Narcángel y alrededores gravita alrededor de la lucha entre
dos bandas narco, y quien no trabaja directa o indirectamente para
alguna de ellas sobrevive a fuerza de mirar para otro lado. Y Juan, que
en un primer momento intenta pasar desapercibido, no tardará en
conseguirse un puestito en una de las organizaciones, en parte porque
necesita el dinero, en parte para averiguar cómo mataron a su hermano,
según dicen, un verdadero “cabronazo” de los narcos. La aparición de una
cuñada y un sobrino suman a la ecuación sexo y pathos, transformando la
vida cotidiana del protagonista en una carrera de obstáculos, una
chingadera detrás de otra.Por momentos afilada, en tantos otros desorientada entre sus múltiples líneas narrativas y cambios de tono, El infierno es antojadiza y ciertamente pretenciosa, no sólo por su épica (y exagerada) duración de dos horas y media sino, fundamentalmente, por el evidente deseo de encumbrarse como tratado sobre el estado de las cosas en el México contemporáneo. En más de un sentido, la película de Estrada es prima lejana de la más reciente Heli, de Amat Escalante. Claro que lo que en esta última es gravedad y violencia cruda y cruenta aquí se ve “suavizado” por la pátina sarcástica y el jugueteo con los géneros cinematográficos. Algo es cierto: Estrada no deja títere con cabeza y sus dardos apuntan a todas las clases sociales, a la policía, a los políticos, a la Iglesia y a un largo etcétera. Claro que entre la sátira y el grotesco, entre la burla y el escarnio, y con tantos blancos a la vista, la película termina apuntándoles a todos y a nadie al mismo tiempo.
6-EL INFIERNO
(México, 2010)
Dirección: Luis Estrada.
Guión: Luis Estrada y Jaime Sampietro.
Duración: 148 minutos.
Intérpretes: Damián Alcázar, Joaquín Cosio, Ernesto Gómez Cruz, María Rojo, Elizabeth Cervantes, Jorge Zárate.
Estreno exclusivo en BAMA Cine Arte.
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