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viernes, 28 de octubre de 2011

El ABC del ACV: Continuar la vida después del ACV



Mañana se celebra el día mundial de esta enfermedad y los especialistas insisten en la necesidad de reconocer sus síntomas, pues una encuesta reveló que cuatro de cada diez porteños los desconocen, pese a la importancia de la detección y atención tempranas para lograr recuperarse.

Es necesario que la población adquiera ciertos conocimientos, como las señales de alerta, para actuar rápidamente ante un ataque cerebral y poder disminuir el daño, subrayó Pedro Lylyk, presidente de la Asociación Argentina de Ataque Cerebral, AAAC, al presentar los resultados de una encuesta telefónica realizada por la institución que reveló que si bien el 96% de los entrevistados, 603 porteños, considera grave el ACV, casi cuatro de cada 10 no reconocen espontáneamente siquiera alguno de sus síntomas.
El especialista recomienda memorizar la regla nemotécnica “de las 5 C”,
La señal del cuerpo se manifiesta al sentir la mitad débil, dormida o paralizada, sobre todo cara, brazos y piernas.
La confusión para hablar o entender.
La ceguera se expresa en la visión borrosa o en su pérdida repentina.
La de la caminata se advierte al no poder avanzar o en la pérdida del equilibrio.
Y la de la cabeza como el lugar en el que puede registrarse un dolor severo, repentino y persistente.

En cuanto a los factores de riesgo se anotan

la hipertensión arterial,
la diabetes,
el colesterol,
el cigarrillo,
el sedentarismo,
el stress,
la depresión,
el consumo excesivo de alcohol, y
la fibrilación auricular, arritmia cardíaca que produce coágulos en el corazón que viajan por la sangre a través de las arterias y terminan produciendo un infarto cerebral.

El ACV ataca a cualquier edad, pero el pico de casos se registra en pacientes de entre 60 y 70 años. Extrapolando datos de otros países, los médicos estiman que en Argentina se producen alrededor de 130000 ataques al año, esto es, uno cada cuatro minutos.


El 25% de los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular fallecen en los primeros 30 días, otro tanto sobrevive, pero con secuelas severas, e igual proporción con secuelas moderadas y sólo la cuarta parte restante presenta secuelas leves o ninguna.

Entre las consecuencias de un ACV están las motoras, como debilidad en los miembros, y los trastornos visuales, del lenguaje o la deglución -dificultades para tragar- o también se pueden presentar trastornos psiquiátricos, como cambios de personalidad, o incluso neurológicos.

Luciano Sposato, director del Departamento de Neurología de INECO y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, remarca tres factores que intervienen para que el paciente se recupere del ACV. En primer lugar, el nivel de daño, cuanto más pequeño es el territorio cerebral afectado hay mayores chances de recuperación; la detección y atención tempranas y la rehabilitación con un equipo multidisciplinario formado por neuropsicólogos, psiquiatras, neurólogos, kinesiólogos, terapistas ocupacionales y musicoterapeutas.

Manifestados los factores de riesgo, la consigna es trabajar en la prevención. Controlar la tensión arterial con regularidad y medicarse adecuadamente, con una dieta pobre en sal y rica en potasio, verduras y frutas, hacer entrenamiento aeróbico, evitar el stress, procurarse atención profesional si se está deprimido y para la fibrilación auricular existen fármacos antiarrítmicos para evitar la formación de coágulos.

Mañana, sábado 29, de 11 a 13 en el Rosedal de Palermo, la Fundación INECO realiza la jornada de concientización El ABC del ACV.

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