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viernes, 6 de febrero de 2015

El gran final: Tributo a Bob Fosse en Villa Urquiza

Estreno

Bob Fosse revive en Villa Urquiza

El coreógrafo y bailarín Gustavo Wons encarna al director de All That Jazz en un gran tributo musical
Por   | LA NACION

Se lo podría imaginar con una sonrisa leve y pícara, deslizándose suavemente a través de pequeños pasos, con sus rodillas dobladas hacia adentro y su cuerpo aparentemente relajado; luego bajaría su sombrero por su frente y miraría en forma provocativa por debajo? sin dejar de deslizarse ni quebrar las rodillas. Se trata de Bob Fosse, aquel señor que cambió para siempre no sólo las artes del movimiento, sino a la forma de hacer musicales. Fue un dramaturgo de la danza y, de algún modo, les hizo entender a los bailarines que no sólo se trata de bailar.
Ya era tiempo de que el musical criollo, que tiene tantos adoradores de Fosse, apuntara su mirada hacia su estilo y su figura. Gustavo Wons es el bailarín, coreógrafo y director que se atrevió a rendirle el tributo merecido en un esperado musical que se estrena hoy en el Teatro 25 de Mayo: El gran final.
La historia de la adoración argentina hacia Fosse data desde que se estrenó Pippin, en 1974. En aquella oportunidad se enojó un poco, ya que don Alejandro Romay modificó casi toda la puesta original. Luego el furor continuó con el primer estreno de Chicago (obra que escribió junto con Fred Ebb, con música de John Kander), en 1977, y posteriormente vino a Buenos Aires para el estreno cinematográfico de All That Jazz, en una cortísima visita.
Pero las nuevas generaciones que admiran a Bob Fosse comenzaron ese idilio con los reestrenos de Chicago, en 2001 y 2010. Esa puesta original de Walter Bobbie, con coreografía de Ann Reinking (una de las musas de Fosse), ascética, sexual e impactante, generó devotos. Hoy en día es un estilo que se enseña y se practica en las escuelas de baile y de teatro musical.
Gustavo Wons fue dance captain en la Chicago de 2001, repositor coreográfico de la última versión y uno de los que se vieron cautivados por el estilo del genio cuando le tocó interpretarlo. "Cuando trabajé en Chicago pude sentirlo en el cuerpo, supe qué era bailar ese estilo. Ahí me di cuenta de que me apasionaba y que tenía mucho que ver conmigo", confiesa. Luego se dedicó a investigarlo y estudiarlo, se fue a vivir a los Estados Unidos y allí pudo profundizar su búsqueda. "Fosse se transformó en una figura que me marcó y me guió durante mucho tiempo. Primero en su laburo. Me apasionaron su estilo, su estética, esa forma oscura de contar las cosas. Los peores dramas podían ser atractivos bajo su mirada. En cuanto a lo coreográfico, bailar su estilo es casi orgásmico", describe Wons, que no sólo encarna a este personaje en El gran final, sino que es coreógrafo y director general.
Fosse nació en Chicago en 1927, hijo de padre noruego y madre irlandesa. Por acompañar a su hermana a las clases de danza, terminó estudiando él mismo con un maestro de una pequeña academia de barrio que era un gran adorador del music hall y le enseñó todas las técnicas del género. A los 8 años, Bob ya conocía todos los trucos y piruetas del zapateo americano, además de tener una gran habilidad con el bastón y el sombrero. Así comenzó a trabajar, en el varieté, en los cabarets más humeantes y oscuros, de adolescente. Enseguida forjó su estilo y tuvo un breve paso por Hollywood, donde estuvo a punto de convertirse en figura. Pero optó por dedicarse a la coreografía, a la dirección, a la dramaturgia. Entre sus trabajos: Chicago, Pippin, Sweet Charity, y la dirección de obras maestras del cine, como Cabaret y All That Jazz.
Su estilo es muy particular. Usaba sombrero desde que empezó a perder el cabello, y como tenía los hombros un tanto redondeados, comenzó a exagerar ese movimiento. A su vez, como era algo chueco, comenzó a girar sus pies hacia adentro. Fosse quería que sus bailarines tuvieran la capacidad de aislar ciertas partes del cuerpo. Es decir, doblar la rodilla o el codo o girar un tobillo o quebrar el hombro, pero sin involucrar nada del resto del cuerpo. Sus movimientos eran refractarios, su punto de vista era siempre opuesto y fue el maestro del gesto sutil, de la acción pícara. A su vez, siempre quiso que sus bailarines fueran actores que pudieran tener una herramienta que los condujera a ese paso que pretendía. Es decir, no cualquiera puede incorporar el sistema Fosse. "En los estilos tan marcados, podés estudiar mucho, pero tiene que ver con cada uno. O te queda bien o no. Pueden adquirir ese estilo los bailarines con mucha técnica, con base clásica porque tendrán la línea necesaria, la onda, el estilo y la sexualidad. Alguien que es asexuado para bailar no puede hacer este estilo porque es muy comprometido, muy andrógino, la persona que lo hace se tiene que sentir muy cómoda manejando esa línea de lo femenino y la masculino", concluye Wons.

El gran final

De Julio Panno y Gustavo Wons
Viernes a domingos, a las 21.30.
Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444.
Entradas, $ 90; domingos, $ 70..

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