Conflictos intergeneracionales. Mediación entre padres y adolescentes.
Los conflictos intergeneracionales son algo consustancial al propio proceso de desarrollo y aprendizaje por los que necesariamente tiene que pasar el adolescente. No existe crecimiento y adolescencia sin conflictos intergeneracionales.
Estos conflictos pueden ser resueltos dentro del seno familiar de forma positiva siempre que se afronten mediante el diálogo, de hecho, muchas familias lo consiguen, pero en ocasiones, los padres fracasan en su intento por establecer una comunicación con sus hijos/as y seguir ejerciendo control sobre ellos.
La adolescencia es una etapa que conlleva muchos cambios, tanto a nivel físico, como psicológico y a nivel de relaciones sociales. Se trata de un momento de transición entre la niñez y la edad adulta, en la que la principal tarea del adolescente es encontrar su propia identidad, y adquirir autonomía, y para ello es necesario que se produzca una separación progresiva de las figuras paternas.
Con la adolescencia aparecen en las familias nuevas problemáticas y los padres tienen que poner en práctica nuevas habilidades para hacerles frente ya que las estrategias que utilizaban anteriormente en la educación con sus hijos/as ya no les funcionan.
El adolescente desea iniciar su camino hacia la independencia sin supervisión excesiva por parte de los padres. Necesita explorar el mundo que le rodea y empezar a tomar decisiones propias y cometer errores para aprender de ellos. Tiene sus propias ideas y en muchas ocasiones desecha la influencia de sus padres, ya que se siente más atraído por todo lo nuevo que esta apareciendo en su vida. Se identifica con la pandilla de adolescentes de la que forma parte, por líderes e ídolos de bandas de música..etc. Comienza a ver que existen nuevas posibilidades en las que quiere participar.
Todo ello lleva a que el adolescente conozca gente nueva, tenga nuevos grupos de amistades y se lance a experimentar nuevos horizontes antes desconocidos. Comienza a descubrir su sexualidad y a tener sus primeras relaciones sexuales, a salir por lugares de ocio nocturno y llegar tarde a casa y a adoptar nuevas formas de vestir y de comunicarse.
Estos cambios que se producen en el comportamiento y actitud de los jóvenes, suelen chocar frontalmente con lo que los padres esperan de la vida de sus hijos/as. Empiezan a sentir que no controlan a sus hijos/as como lo hacían antes y ya no les pueden proporcionar la misma seguridad. Tienen miedo de sus nuevas compañías, de que empiecen a mantener relaciones sexuales, que escojan caminos peligrosos o que empiecen a consumir drogas. Comienzan a no entender la actitud distante y de acritud hacia ellos, el porque prefieren pasar más tiempo con sus amigos o porque rechazan cualquier consejo que les puedan brindar.
Normalmente, estos miedos que experimentan los padres, que se traducen en disgusto y falta de comprensión, no suele plantearse de forma abierta en el núcleo familiar. Los padres no suelen dialogar con sus hijos/as sobre cuales son sus preocupaciones.
Los adolescentes por su parte, cada vez se aíslan más, sienten que sus padres no los entienden y por lo tanto no quieren dar explicaciones. Pasan el menor tiempo posible con ellos ya que no consienten que invadan su intimidad.
Los padres a su vez, se muestran cada vez más irritados y desconfiados. Esta situación genera conflictos diarios que si se dilatan en el tiempo pueden desembocar en una pérdida de la relación, ya que ni los padres ni los adolescentes hacen esfuerzos por entenderse.
Tras esta breve reseña de cómo puede verse afectada la dinámica de la familia en esta fase de su ciclo vital, desde nuestra experiencia en la intervención con este tipo de situaciones, proponemos la Mediación como un método adecuado para gestionar este tipo de conflictos. El objetivo de la Mediación es llegar a acuerdos entre padres e hijos/as que posibiliten una mejora de la comunicación entre ambas partes y por tanto una mejora de la convivencia familiar. Padres e hijos/as deberán hacerse conscientes durante el proceso de que las diferencias que los separan son normales, ya que están pasando por etapas de la vida totalmente distintas. Esto les ayudara a ser más flexibles en sus posturas, empezar a entenderse mutuamente e iniciar el camino hacia una convivencia respetuosa.
Por último, quiero hacer hincapié acerca de la importancia de resolver los problemas que aparecen en el núcleo familiar, ya que a menudo muchos de los conflictos entre padres e hijos/as adultos se deben en conductas, actitudes y formas de comunicación, no resueltos en la etapa adolescente.
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