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Sábado 08 de octubre de 2005 | Publicado en edición impresa
El corralito aumentó nueve veces el riesgo de eventos vasculares
Así lo demuestra un estudio del Cemic
Apenas estalló en el país la crisis de 2001, muchos argentinos trataron
de buscar ayuda psicológica y médica para proteger su salud ante el
malestar que produce la sensación de estar a la deriva social. A otros,
en cambio, el afán de recuperar sus ahorros los empujó a descuidar el
equilibrio que su psiquis necesitaba para seguir adelante.
Esto motivó a un grupo de investigadores argentinos, dirigidos por los
doctores Fernando Taragano, profesor titular de psiquiatría, y Ricardo
Allegri, profesor de neurología, ambos investigadores principales del
Cemic, a estudiar desde fines de 2001 las consecuencias clínicas de
ambas conductas. Luego de 31 meses de seguimiento, el equipo halló que
el riesgo de daño cardíaco o cerebral era nueve veces mayor en los
argentinos que habían sufrido de gran ansiedad y no habían aceptado
ayuda.
"Esto se tradujo en una mayor cantidad de infartos y de daño cerebrovascular", explicó a LA NACION el doctor Taragano, neuropsiquiatra y autor principal de este seguimiento a largo plazo en 478 pacientes afectados por el "corralito". Los pacientes que habían pedido ayuda psicológica o neuropsiquiátrica a tiempo protegieron mejor sus arterias.
"Es muy difícil poder proyectar la magnitud de las consecuencias de la crisis de 2001 a futuro -señaló Taragano-. Estos fenómenos sociales y económicos pueden tener impacto años más tarde y es muy difícil que en neuropsiquiatría podamos anticipar si lo vivido dañará a largo plazo." Cuando una persona sufre angustia y depresión de manera crónica, será la salud de las arterias la que años más tarde empezará a cobrarse ese sufrimiento pasado. Y transcurridos los años, rara vez se relaciona el sufrimiento arterial con el inicio de la ansiedad o la depresión.
"La crisis de 2001 fue casi una situación de laboratorio: muy caótica y fuera de lo común -describió-. Eran tantos los argentinos que consultaban por el mismo tema, que pudimos iniciar un seguimiento poblacional para probar lo que desde hacía tiempo se sospechaba que ocurría en la población: el daño arterial por causas psicosociales."
Es que a ese escenario lamentable para quien lo sufre, se sumó la gran intensidad y extensión en el tiempo de la situación. "En muchos casos, la pobreza fue también una nueva experiencia para las familias de clase media, en la que los padres no podían seguir cubriendo las necesidades básicas de sus hijos, por tanto se intensificaba el estrés depresivo", señaló el investigador.
Personalidad en riesgo
En una segunda etapa del estudio, cuyos resultados se presentaron ayer en el XXXII Congreso Argentino de Cardiología, los investigadores identificaron las características de la personalidad que influyen en los argentinos al sufrir un accidente cerebrovascular, un infarto o cualquier otro daño vascular que afecte el sistema cardíaco o cerebral.La inquietud persistente, la sensación de estar bajo la premura del tiempo, la impaciencia, la sensación de que siempre falta tiempo para los quehaceres, la competitividad extrema, la persecución del logro, la agresividad, el apresuramiento, la hipervigilancia y la ira son las características personales que nos ponen en riesgo cardiovascular.
"La presencia o ausencia de la combinación de dichas características explican el 89% de los casos del daño en los que la personalidad tenga algo que ver -definió Taragano (ftaragano@cemic.edu.ar)-. Su ausencia, en cambio, es preventiva."
Los factores psicosociales son responsables del riesgo aumentado de daño cardiovascular en 3 de cada 10 personas. Otras causas poderosas son la hipertensión y el tabaquismo. Esos factores incluyen, además de las características de personalidad identificadas, la depresión, el estrés, la ansiedad, la retracción social.
"Si tenemos que definir lo que sufrieron los argentinos acorralados en 2001, sería estrés agudo y depresión, una combinación que en el tiempo es muy peligrosa -afirmó el especialista-. Cuando se combinó la depresión y el estrés mental agudo, léase «corralito», las personas que no protegieron sus arterias con medidas contra la ansiedad o antidepresivas adecuadas tuvieron 9 veces más eventos vasculares que las que sí buscaron ayuda. Todo esto debería servirnos como experiencia..." .
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