26/08/2013
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08/08/2013
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18/08/2013
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01/08/2013
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"Mucho ha cambiado en cada una de las ediciones sucesivas del
Septiembre Musical Tucumano. Pero hay algo que permanece y es el fervor
por la música, el deseo de organizar cada año el mejor festival
posible; la atención a los deseos de un público culto y sensible como lo
es el público tucumano". Esta declaración de principios quedó
establecida por la pluma de David Lagmanovich en el libro que
celebró -en 2010- el medio siglo del festival. Lagmanovich era docente
de la Facultad de Filosofía y Letras y crítico musical de LA GACETA
cuando emprendió la aventura de programar este encuentro anual junto a
sus amigos Oleg Kotzarew y Guido Torres. Kotzarew dirigía
la Sección Música del desaparecido Consejo Provincial de Difusión
Cultural (CPDC) y Torres tocaba el violín en la Sinfónica de la UNT.
Pronto esa idea, lanzada en pleno 1960, prendió en la comunidad
artística. Se fueron sumando instituciones adherentes y así tomó forma
el Septiembre, tal como lo conocemos hasta hoy.
La Comisión Artística que tuvo a su cargo la programación de la primera edición estaba integrada por Raúl Albarracín (presidente del CPDC), Mario Magliani (director del Conservatorio Provincial de Música), Luis Canz (director de Turismo), Alfredo Fénik (director de Cultura de la Municipalidad capitalina), Raúl Dorronzoro y Fraix (jefe del Departamento de Artes de la UNT), Jean Constantinesco (director de la Sinfónica de la UNT), Alberto Uzielli (decano de la Facultad de Filosofía y Letras), Lázaro Barbieri (director de Extensión Universitaria) y Mario Cognato (director del Coro Universitario). Gobernaba la provincia Celestino Gelsi.
Nótese la fuerte participación que le cupo a la UNT en los albores del
Septiembre, y la sinergia proyectada con el Gobierno tucumano. Rastros
de un pasado en el que las cosas se hacían de otra manera.
Vale apuntar algunos fragmentos de la Declaración Inaugural del
Septiembre. Se hablaba de un festival que "aspira a proporcionar a
creadores, intérpretes, crítica y público la oportunidad anual de un
encuentro en una ciudad, Tucumán, donde la música es una presencia
antigua y querida. Septiembre, mes de la primavera, es también una época
en la que Tucumán conmemora hechos importantes de su historia. Es un
marco en que la pujanza de la naturaleza da fe de renovación e ímpetu".
Los organizadores aspiraban a que el Septiembre Musical fuera una
expresión de cordialidad y entendimiento entre los pueblos. "De ahí su
carácter internacional -consignaron-, que acentuaremos en años
sucesivos, al amparo de la leal amistad argentina hacia los pueblos
amigos en todas las manifestaciones de su vida".
Entre los objetivos de aquella primera edición figuraba que, además de
los artistas, se convocara a críticos y estudiosos de la música.
Entonces se organizaron conferencias individuales y mesas panel, que
permitieron al público tucumano escuchar a Jorge D'Urbano, Enzo Valenti Ferro, Leopoldo Hurtado y Rodolfo Arizaga; así como a los pedagogos musicales Emma Garmendia y Efraín Paesky; y al gran pianista argentino Antonio De Raco,
por entonces incorporado a la UNT. Los expertos analizaron la situación
de la música en América Latina. A la hora de la música, el público se
entusiasmó con la presentación del ballet uruguayo Sodre, del violinista
israelí Zvi Zeitlin, de la pianista uruguaya María Mercedes Luna y de la soprano María Teresa Garzón Savid.