TALENTOS
Y RECURSOS HUMANOS
Poesía en la ciencia. Página 12 tiene esas cosas. Jorge Forno titula su nota redimensionando la canción de La Tropa Colombiana, más difundida en nuestro país en la versión de Vicentico.
de Página 12
NOVEDADES DE LA BIOLOGIA SINTETICA
Los caminos de la vida (artificial)
Un grupo de científicos fabricó un cromosoma
sintético de levadura totalmente funcional, dando otro paso en la
titánica y a la vez controvertida tarea de generar en el laboratorio
seres vivos a la carta, artificiales y configurables.
Por Jorge Forno
Desde hace miles de años las levaduras
acompañan a la Humanidad como agentes de fermentación en la producción de
bebidas alcohólicas e infaltables ingredientes a la hora de elaborar alimentos
panificados. Pero en las últimas décadas, algunas especies de este género de
hongos, conocido por los científicos como Saccharomices, se ha convertido en
objeto del deseo en la investigación relacionada con una ascendente disciplina:
la biología sintética. Este auge viene acompañado por un sueño prometedor e
inquietante a la vez: la creación de vida artificial. El tema desvela a los
científicos y a la industria en una carrera por la gloria y el dinero, que
involucra aspectos éticos, morales y religiosos.
Las levaduras tienen pergaminos de sobra
para que los científicos se ocupen de ellas, cuando de crear o modificar seres
vivos en el laboratorio se trata. Estos hongos son como pequeñísimos
laboratorios capaces de lograr procesos de fermentación asombrosamente
eficientes. También son de fácil obtención, ya que se reproducen rápidamente,
tanto que en condiciones favorables duplican su población en unos noventa
minutos. Son unicelulares, pero su estructura celular tiene semejanzas con las
de organismos más complejos, como los seres humanos, y a diferencia de las
bacterias comúnmente utilizadas en las investigaciones de la biología
molecular, son eucariotas, por lo que tienen su información genética guardada
dentro de una estructura celular conocida como núcleo. Finalmente, y aunque
sorprenda a nuestro humano orgullo, estos humildes microorganismos comparten
con nuestra especie un tercio de su información genética –nada menos–, lo que
los hace especialmente atrayentes para los investigadores.
Levaduras en red
El interés por conocer el genoma completo
de la especie Saccharomices cereviseae –la popular levadura de cerveza– hizo
que a comienzos de los ’90 se pusieran en marcha proyectos para su
secuenciamiento. En medio de las polémicas sobre si aquel conocimiento podía o
no ser patentado, la Unión Europea tomó cartas en el asunto patrocinando la
asociación de más de cien laboratorios con el objetivo de conocer a fondo toda
la información genética de la levadura, sosteniendo el compromiso de que esa
información fuera de dominio público. La tarea concluyó en 1996 y con el paso
del tiempo se fueron conociendo más detalles sobre las relaciones funcionales
entre las secuencias de ADN y los productos proteicos de los genes de la
levadura de cerveza. Como corresponde a los tiempos que corren, esa información
se encuentra y actualiza permanentemente en un sitio web cuya dirección es
http://www.yeastgenome.org.
El furor por la levadura y sus
potencialidades no se detuvo. En 2011, investigadores de la Facultad de
Medicina de la Universidad Johns Hopkins, de EE.UU., publicaron un trabajo en
la revista Nature en el que anunciaban que habían sintetizado un fragmento
artificial de un cromosoma de levadura y que era funcional al incorporarse al
organismo vivo. Haber construido en el laboratorio ese fragmento de cromosoma
sintético era el primer paso para fabricar en el futuro un cromosoma completo.
Una modificación parecida es usada por un laboratorio privado para producir un
medicamento para la malaria, la artemisina.
Desde comienzos de 2012, un consorcio de
laboratorios privados y públicos comenzó a trabajar en la síntesis de un brazo
de cromosoma de levadura multipropósito, totalmente funcional y configurable.
Ese mismo año, el laboratorio Genscript inició un proyecto industrial para
“generar un organismo modelo ideal y diseñar un sistema biológico sintético
para la producción de fármacos, combustibles y otros materiales”. Lograr una
levadura de diseño sería un importante avance científico y –claro está– un
formidable negocio para el laboratorio.
Me puedo programar
En marzo de 2014, un trabajo realizado por
un equipo del Langone Medical Center de la Universidad de Nueva York, dirigido
por el biólogo molecular Jef Boeke, fue publicado en la revista Science y
sacudió al mundo de la biología sintética. En el artículo se daba cuenta de la
fabricación del primer cromosoma totalmente artificial y funcional de
Saccharomices cereviseae.
El de Boeke no es el primer genoma
fabricado en laboratorio –ya hubo casos de bacterias y virus con genes
sintéticos–, pero sí es impactante por ser el más complejo logrado hasta hoy.
Por caso, en 2010 el biotecnólogo Craig Venter y su equipo habían explicado, en
un artículo publicado también en la revista Science, la fabricación en el
laboratorio de una célula bacteriana controlada por genes sintetizados
químicamente. Pero las células bacterianas no tienen núcleo y su material
genético es muchísimo menos complejo que el de las eucariotas como las de las
plantas y animales. Como ahora, en 2010 se habló precipitadamente en muchos
medios de la creación de vida artificial.
Volviendo a Boeke y sus muchachos, en el
marco de una iniciativa para fabricar artificialmente los 16 cromosomas que
constituyen el genoma de Saccharomices cereviseae, ellos dedicaron sus
esfuerzos al cromosoma 3, el más pequeño en cantidad de bases –unidades de ADN–
construyendo pacientemente los bloques de su material genético y
ensamblándolos. Luego sustituyeron el cromosoma original por el sintético y
observaron que el fabricado por ellos resultó funcional. En buen criollo, eso
significa que en las condiciones controladas de laboratorio la levadura
modificada puede realizar decorosamente sus funciones biológicas y
reproducirse.
El cromosoma de Boeke es un cromosoma
ligeramente diferente del original. Para empezar, es más pequeño, ya que se
eliminaron los sectores del ADN que no codifican ninguna proteína. Además, se
incorporaron tramos que permiten programar el cromosoma para diferentes
propósitos, generando una multitud de variantes, utilizables en futuros
experimentos destinados a la fabricación de medicamentos, biocombustibles o
productos químicos. Asimismo, se la podría configurar para que –tal como lo
hacía el grabador de una mítica serie de televisión– se autodestruya cuando se
encuentre fuera del laboratorio o pueda afectar la salud o el ambiente. Una de
cal y otra de arena: aunque Boeke no lo diga, éste y otros hallazgos
relacionados con la vida artificial pueden derivar, por ejemplo, en la creación
de armas biológicas u otras lindezas por el estilo, por lo cual el debate
acerca de su significado se acrecienta.
Estudiantes a estudiar
(y ensamblar)
La investigación tardó casi ocho años y no
estuvo exenta de contratiempos. No bien llegado de su anterior puesto, en la
Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins (el mismo en donde se
realizó la investigación publicada por Nature en 2011), al Langone Medical
Center, Boeke –con más entusiasmo que recursos– debió ingeniárselas para
ampliar su equipo de trabajo e interesó a estudiantes avanzados de biología a
partir de un curso realizado bajo la consigna “construye un genoma”. El
reclutamiento de los estudiantes fue relatado por Boeke como un asunto de
ribetes épicos, que le permitió sortear las demoras y los costos de contratar a
un laboratorio privado para construir las piezas –bloques de ADN– que le
permitieran armar el rompecabezas –el cromosoma completo–. Más de cincuenta
estudiantes aceptaron el desafío y trabajaron duro para conseguir la
fabricación en el laboratorio de un cromosoma completo de levadura.
La participación de los estudiantes no fue
muy destacada por la prensa general, pero sí por la revista Science, desde el
mismísimo título del artículo, y en su bajada. Allí se resalta que “aprendieron
técnicas de biología molecular y la forma de abordar los problemas de una
manera científica, y ensamblaron alrededor de 10.000 bases para construir el
nuevo genoma”.
La participación de estudiantes en un
hallazgo científico de proporciones es otra novedad que nos trae el complejo
recorrido por los caminos de la vida artificial.
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