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miércoles, 9 de julio de 2014

John Green, el autor de Bajo la misma estrella

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Domingo, 29 de junio de 2014

JUVENILIA

Quién es John Green, el autor de Bajo la misma estrella


Hasta la publicación de la tierna, increíblemente graciosa y para nada condescendiente Bajo la misma estrella, su cuarta novela, John Green era considerado un prometedor autor de novelas de iniciación juveniles, que mantenía con su hermano un videocanal de charlas en YouTube por entonces bastante exitoso, al punto que confesaba ser la fuente de la mitad de sus ingresos. Antes de dedicarse a la literatura, el joven Green había pensado entregarse a la religión, pero decidió que su vocación era contar historias para adolescentes, un camino que comenzó primero realizando reseñas, y luego publicando libros que primero llamaron la atención de sus colegas críticos, y luego del gran público juvenil. “Creo que cualquiera que escriba sobre adolescentes lo hace de alguna manera a la sombra de Salinger”, confesó alguna vez Green, cuyo primer personaje protagónico –Miles, que narra Looking for Alaska (2005), su primera novela– había sido comparado con el de El guardián entre el centeno. Pero con Bajo la misma estrella, incluida en la mayoría de las listas de los mejores libros del año de su edición original –2012– sin importar si se trataba de una novela juvenil o no, Green ha logrado finalmente saltar por sobre los decorados de su género, y ser leído –y celebrado– por toda clase de público.
Semejante logro es fruto de la irresistible voz de Hazel Grace, una increíble Holden Caulfield femenina, protagonista de una novela irresistible, en la que Green logra rebatir todos los tópicos de cualquier obra sobre el cáncer, haciendo lo mismo que venía haciendo en sus novelas juveniles: sin menospreciar ni a sus personajes ni a sus posibles lectores. “Creo que los adolescente son muy inteligentes –ha declarado Green–. No me siento a pensar si mis lectores son o no inteligentes, la verdad. Quiero decir, la mayoría de los que en este momento están leyendo La letra escarlata o El gran Gatsby seguramente son adolescentes. Así que no estoy interesado en publicar otra clase de novelas. Estoy muy agradecido por que muchos adultos están leyendo Bajo la misma estrella, pero realmente me gusta escribir y publicar libros para adolescentes.”
Una de las curiosidades del libro de Green es que tan protagonista de Bajo la misma estrella como Hazel –o Gus, su noviecito– es otro libro, una novela narrada en primera persona por una chica que tiene cáncer, escrita por un tal Peter van Houten, un autor que para Hazel es la única persona en el mundo que a) parece entender qué es estar muriéndose, y b) no se había muerto. Se llama Un dolor imperial, y es la única que ha escrito el tal Van Houten, que vive exiliado en Amsterdam, sin dar señales de vida ante el mundo editorial. O ante Hazel, que le escribe regularmente cartas, porque ha quedado intrigada con el contundente final de la novela, que termina justo en mitad de una frase. Ella respeta esa decisión –después de todo, supone la vida termina de esa manera– pero está obsesionada por saber qué es lo que ha pasado con el resto de los personajes. “Van Houten es como una versión borracha y más estúpida de mí, básicamente –asegura Green, al que le ha pasado con Bajo la misma estrella lo mismo que a su autor con su novela: no paran de preguntarle qué sucede con ellos luego de terminada la historia–. Como Van Houten, creo que soy la persona menos capacitada para responder a esa clase de pregunta”, asegura.
Novela sobre un amor realmente imposible, y al mismo tiempo una reflexión sobre el arte de contar –y de leer– historias, Bajo la misma estrella es una obra que Green –admirador confeso de la obra de David Foster Wallace, cuyo libro La broma infinita ha homenajeado en ciertas referencias sobre Un dolor imperial– ha confesado haber querido escribir desde antes de decidirse por la escritura, cuando coordinaba un grupo de autoayuda de pacientes terminales. Pero recién pudo terminarla una década más tarde, cuando encontró la voz de Hazel, que homenajea a la joven a la que está dedicado el libro, Esther Eearl, una amiga que murió de cáncer en el 2010. “El cáncer es para el mundo contemporáneo lo que la tuberculosis era para el siglo XIX: una enfermedad caprichosa y aparentemente azarosa, que la sufren tanto a los jóvenes como los mayores, que a veces mata y otras veces no, y que no comprendemos mucho”, aclara Green, que logró terminar el libro que tanto le costó escribir gracias a una voz tan poderosa que, aunque la novela finalmente termine encarnando lo que desde el principio intentó no ser, su drama terminal se termina recorriendo sin ganas de escaparse de él, sin sentir que es impuesto o manipulado. Y todo en honor a esa voz, a su cero condescendencia, a todos sus personajes.







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