En el título de este post parafraseamos una expresión usual de nuestro país para referirnos al más popular de los deportes: Futtbol, pasión de multitudes.
Neurociencia
Con Facundo Manes, la ciencia ahora llena teatros
Como prueba, baste la conferencia que ayer ofreció Facundo Manes frente a más de 2000 personas. No en un anfiteatro ni en el aula magna de una universidad. En un escenario de la calle Corrientes por el que habitualmente desfilan la comedia musical y los artistas idolatrados por el gran público: ¡el Gran Rex!
Frente a asistentes que habían obtenido su entrada gratuita por Internet para luego cambiarla en un centro de Telefónica, la empresa que auspició este inusual encuentro, el conocido (o tal vez deberíamos decir "popular") neurocientífico ofreció una versión accesible y atractiva de una disciplina no apta para explicaciones simplistas.
En un lenguaje coloquial, vestido de sport, contó como en una conversación entre amigos qué saben los científicos que estudian el cerebro sobre el amor, la memoria y la inteligencia, entre otros tópicos. En la segunda parte de la presentación, la conductora Erica Fontana, de Telefé Noticias, y el propio Manes hicieron reír y aplaudir a la platea.
Es indudable que el cerebro "está de moda". Sebastián Bachrach, con Ágilmente (Sudamericana, 2012), y el propio Manes con Usar el cerebro (escrito en colaboración con Mateo Niro y editado por Planeta) batieron récords de ventas con sus libros. Pero no son los únicos: Diego Golombek, que ya había incursionado en el tema con Cerebro. Últimas noticias (Colihue, 1998) y Cavernas y palacios (Siglo XXI Editores, 2011), conduce junto al también neurocientífico Mariano Sigman el programa de TV El cerebro y yo. Es más: ya circula una nueva obra de Golombek, Las neuronas de Dios (Siglo XXI), en la que plantea la hipótesis de que "sí, Dios existe, lo necesitamos y? lo inventó el cerebro". Y para confirmar la tendencia, la presentación ¡también será en un teatro!, el Margarita Xirgu.
Manes dice que se sintió impulsado a escribir su libro porque creyó necesario "poner al alcance de los lectores un abordaje científico de lo que hoy las neurociencias conocen de este órgano tan complejo y enigmático", y tender puentes entre las neurociencias y los diferentes dominios de la sociedad: la literatura, el arte, la educación, la política y la economía.
"Resulta necesario y estimulante que distintas disciplinas y escuelas discutan cómo se plantea científica, intelectual y metodológicamente uno de los desafíos más fascinantes de nuestra época: pensar nuestro cerebro", dijo a LA NACION hace algunos meses.
En la charla de ayer, que también se transmitió vía streaming, subió la apuesta. Espontáneo, locuaz, cómodo con la popularidad que le conceden su tarea como neurólogo, sus investigaciones y sus opiniones sobre la vida nacional, intentó transmitir "en vivo y en directo" nociones básicas sobre el método científico y sobre los últimos hallazgos de la mente.
"¿Por qué un neurocientífico acepta esta propuesta? -se preguntó-. Estoy convencido de que los avances sobre el cerebro no tienen que quedar reducidos a los laboratorios científicos, sino debatidos por la sociedad. [Si sabemos más sobre cómo funciona el cerebro] se beneficiarán la filosofía, la ley, la calidad de vida."
Tras un breve recorrido sobre los fundamentos de la memoria, de la teoría de la mente (la capacidad inferir qué piensan y sienten los demás), abordó el problema de inteligencia colectiva, el tema de la convocatoria. Fue en ese segmento donde se alejó un poco de los experimentos para ingresar en el campo de los anhelos.
"Hoy sabemos que la inteligencia grupal es más que la suma de las inteligencias individuales -dijo hacia el final-. Cuando un grupo trabaja bien en una tarea, también funciona bien para otras. Y lo mismo sucede al revés. La totalidad puede ser mayor que las partes: un grupo de personas brillantes no predice el éxito grupal. Usemos nuestro cerebro para vivir en comunidad. La cooperación es esencial para pensar la sociedad en la que vivimos: la educación, las instituciones, y para pensar que el otro, aunque no lo conozcamos, es nuestro semejante. Incluso debemos pensar más allá de nuestra vida biológica, porque muchos somos producto de lo que construyó una generación que pensó un país a largo plazo, más allá de su vida biológica.".
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