En Juventud, divino tesoro,
Sommalerk, sueca, 1950, dirigida por Ingmar Bergman, es la primera de sus
obras cinematográficas que llegó a nuestro país, en algunas videotecas
especializadas figura su título como Juegos
de Verano, una bailarina, cuando siente el reclamo de sentar cabeza,
replanteándose su vida amorosa ante un nuevo romance, repasa el diario escrito
por su primer novio, fallecido accidentalmente en la adolescencia de ambos.
Resuelve liquidar sus cuentas
pendientes con el pasado, consciente del tiempo que pasa reeditando su dolor
sin resolver. Una vez completado este paso, marcha al encuentro de su nueva
pareja, que la espera.
El stress de guardar en la
conciencia el peso de unas relaciones desafortunadas, que se embrollan con
decisiones desacertadas, dejando saldos
que se arrastran sin resolver y consecuencias paralizantes, se zanja hablando,
decidiendo, haciendo y cambiando.
* * *
Una buena receta de juventud
es bucear en nuestra historia buscando nuestras mejores vivencias, escenas,
decisiones, relaciones, felicidades, suertes, bienestares. Y armar un collage.
Y después contestarnos en qué momento se cortó tanta maravilla. Ese es el punto
de sutura pendiente de anudarse que desangró la juventud eterna que es propia de
cada uno.
En Juventud, divino tesoro, ese punto se dio, para la protagonista,
cuando luego de la muerte de su novio adolescente durmió con el tío, iniciando
su laberinto de muchos cuerpos y pocas caras. Y cierra el ciclo veinte años
después cuando vuelve a encararlo, disparado su deseo de continuar, con lo
mejor de sí misma, el romance con el periodista.
de
DESAFÍO DE BIENESTAR
Viviendo más allá del stress
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