Agregamos vida a los años, no queremos quedar afuera,
no queremos abandonarnos.
Necesitamos aprender a movernos en este mundo.
Curiosear y llegar a alguna certeza. Aprender a manejarnos con las novedades. Nadie sabe todo, y todos tenemos algo para enseñar y algo para aprender.
Texto Marisol Aymerich [Bio 94, PhD 98] y Rafael FrancoFotografías Cortesía de Pace Gallery
Chuck Close es un pintor
estadounidense con una historia singular. Nació en 1940 en Monroe
(Washington, Estados Unidos) con un don que tardó décadas en hacerse
evidente y que deriva de tener un cerebro original.
Parte de esa peculiaridad que presenta el cerebro de Chuck Close se
denomina prosopagnosia, una lesión que provoca “ceguera facial” (face
blindness). Como el diccionario de la RAE no recoge este término
médico, puede ayudar la definición etimológica: “Prosopagnosia (del
griego πρόσπον: aspecto, y de ἀγνωσία: desconocimiento): incapacidad
para reconocer los rostros”. El término lo acuñó en 1947 el neurólogo e
investigador alemán Joachim Bodamer, que la expuso así: “Interrupción
selectiva de la percepción de rostros, tanto del propio como de los
demás, que pueden verse pero no reconocerse”.
Una vida llena de obstáculos Chuck Close, cuyo verdadero nombre es Charles T. Closet,
estudió en el Everett Community College (1958-60) de Marysville
(Estado de Washington). En 1961 participó en la escuela de verano de
música y arte de la Universidad de Yale, institución en la que se
matriculó al año siguiente. Allí se graduó y consiguió el título de
máster en Bellas Artes (Master in Fine Arts) y, tras una estancia en
Austria con una beca Fulbright, se estableció en Boston como profesor
de la Universidad de Massachusetts.
La mayor parte de su obra pictórica son grandes retratos
hiperrealistas basados en fotografías, que tienen tanta perfección que
cuesta trabajo distinguirlas de una instantánea. En 1971 se estableció
en Nueva York y dos años más tarde realizó su primera exposición en el
MoMA (Museum of Modern Arts), uno de los mejores museos de arte moderno
en el mundo. Close contrajo en 1988 una nueva enfermedad
derivada de un accidente vascular que le dejó tetrapléjico. Pese a
ello, siguió con sus retratos, pero realizados con un pincel en la
boca. Sus enormes retratos pasaron entonces a ser pequeños y sobre
mallas cuadrangulares que producen el efecto de una imagen única cuando
se observan a distancia. Conforme recuperó cierta movilidad en sus
brazos pudo retomar su actividad pictórica con más normalidad.
Hoy sus cuadros son muy cotizados y se pagan centenares de miles de
dólares cada vez que salen a subasta o realiza una exposición. Parece
que ese reconocimiento en vida le hace feliz… a pesar de sus
enfermedades. Cualquier persona que tiene la suerte de conocer a Chuck
se da cuenta de que es un hombre optimista, un irreductible luchador
con una mente lúcida. Merece la pena visitar su web: chuckclose.com, la
de su marchante: pacegallery.com o buscar en YouTube para verle pintar
a dos manos, una incluso con una férula y el pincel atado a ella.
El año 2000 fue especial para Close, ya que el presidente Bill
Clinton le entregó la Medalla Nacional de las Artes, máxima distinción
que puede recibir un artista en Estados Unidos. En 2010, Barack Obama
le invitó a formar parte del “Comité Presidencial de las Artes y las
Humanidades”, creado por Ronald Reagan en 1982 para incorporar esos
campos a los planes educativos norteamericanos. Ambas distinciones son
la culminación a su trayectoria profesional, unos galardones
extraordinarios que coronan una vida extraordinaria.
Escritor,
guionista de cine y licenciado en Historia, Eduardo Sacheri es autor de
cuentos y novelas. La más conocida, La pregunta de sus ojos, fue
llevada al cine por Juan José Campanella con el título El secreto de sus
ojos. El film, con guión del autor y el director, ganó el Oscar a la
mejor película extranjera en 2010. Junto con Campanella, Sacheri
escribió el guión de Metegol, exitosa película de animación que tendrá
una segunda parte. En 2013, se editó La vida que pensamos, una antología
de relatos sobre fútbol que incluye textos inéditos. Su libro más
reciente es Ser feliz era esto. El 8 de enero se estrena en el cine
Papeles en el viento, de Juan Taratuto, adaptación de su novela homónima
publicada en 2011
Sus personajes son hombres de barrio,
cuarentones, amantes del fútbol, como él, y de las cosas sencillas de la
vida. Después del éxito de El secreto de sus ojos y de Metegol, películas de Juan José Campanella
en las que participó como guionista, Eduardo Sacheri sigue viviendo en
Castelar, su lugar en el mundo. A los 46 años, trabaja también como
profesor de Historia en dos colegios secundarios de la zona oeste.
Decidió continuar con la docencia porque estar al frente de una clase lo
obliga a conectarse emocionalmente con los demás (sus alumnos, en este
caso) y lo salva de caer en el temido aislamiento del escritor. Elijo los temas de mis libros a partir de una necesidad vinculada con preguntas sobre mi propia vida. Por
eso me puse a escribir y por eso lo sigo haciendo. Aunque me sorprenda y
me guste que eso rebote en las preguntas que se hacen los lectores, la
necesidad inicial siempre es tratar de entender un poco más el mundo.
Creo que el arte en cualquiera de sus formas es un intento de equilibrar
el mundo, de mejorarlo y alejarlo de ese costado trágico que en el
fondo tiene. Eso mismo es lo que busco como lector. Para mí, escribir es
una continuación del acto de leer y la escritura está siempre
subordinada a la lectura. Si me obligaran a dejar de hacer algo, dejaría
de escribir, nunca de leer. La historia de Papeles en el viento tiene mucho que ver con mi vida. Interrogarme
sobre la muerte, sobre los vínculos, las herencias y los legados en
nuestros hijos son preocupaciones permanentes. La escribí entre 2009 y
2010, cuando se estrenó El secreto de sus ojos y mi exposición
pública se modificó mucho. Yo sentía que mi vida, en la superficie al
menos, cambiaba muy rápido y deseaba tirar un ancla. Por eso no es
casual que los protagonistas de Papeles sean cuarentones y vivan
en Castelar; que uno sea profesor como yo. Ese libro tuvo como función
íntima anclar mi vida en mi propio mundo porque no me interesaba que se
siguiera alejando. Estaba bien que mi historia fuera hacia ese lugar,
pero no tenía ganas de ir yo con mi historia. La literatura germina bien en la zona de la pérdida, de la frustración. No
me interesa hacer una literatura de los exitosos. No me sale leerla ni
escribirla. Nuestras vidas tienen mucho más de fracasos que de efímeros
triunfos. La literatura sirve para mirar más de cerca nuestras vidas;
ver qué hay de bueno en ellas para tratar de descansar en esos lugares
de plenitud. El proceso de mis libros comienza con una imagen emocionalmente fuerte. En Ser feliz era esto,
mi última novela, el disparador fue un adolescente que está en la playa
con un gran temor a lo que le va a decir su padre. Ése es casi el
final, pero fue lo primero que apareció. A partir de esa imagen,
construyo un pasado. Luego pienso en cómo lo cuento. Me da mucho trabajo
lograr que algo que sea significativo para mí resulte significativo
para los demás. Ahí está la clave de narrar una historia. Creo que se
puede hacer literatura sin contar una historia, pero no me interesa. En
eso soy clásico, casi anticuado. Me gusta que los libros tengan un juego
en lo formal, ciertos caminos de búsqueda en el lenguaje. Pero quiero
que me cuenten algo, y eso mismo me propongo cuando escribo. Escribir guiones te obliga a renunciar a jugar con las palabras porque un guión tiene que ser muy descarnado; es una guía. Hay
que contar acciones, limitarse a organizar una trama y hacer diálogos
verosímiles y útiles. No es fácil. La literatura te da el recurso de la
palabra y con eso podés hacer lo que quieras. Me siento más cómodo
escribiendo cuentos y novelas porque me gusta el juego con la palabra.
El gran desafío que se presenta cuando llegás al cine desde la
literatura es aceptar el trabajo con otros, vencer la barrera de trabajo
solitario. Metegol tuvo una dificultad extra: el público
principal era infantil. Es muy complicado trabajar una historia en capas
de significado para distintas edades. Yo, en general, escribo para
adultos. Me leen adolescentes, pero esos no son lectores que yo busco,
sino que vienen hacia el libro. Estamos hablando con Juan Campanella sobre la segunda parte de Metegol. Pero
es un proyecto parado por el momento. También me propuso escribir el
guión de su próximo largo. Me gusta la idea de trabajar en los dos
mundos, como hice con la adaptación de Papeles en el viento, de
Juan Taratuto. Prefiero participar cuando se trata de una novela mía
para no encontrarme después con una película que sea diferente en
aspectos que para mí son demasiado profundos. Ver a los personajes en la
pantalla es muy raro. Me gusta, pero me genera curiosidad qué va a
pasar después. Es un misterio. Como espectador, me gusta salir del cine y
que me quede rebotando la película. A lo mejor es muy ambicioso, pero
ése es el objetivo. Trabajo en otra novela, pero estoy en una etapa embrionaria, de fracasos. Hago
cuadritos, como cuando estudiaba en la facultad, con flechas y
conceptos. Un bosquejo de ideas y personajes relacionados. Son meses de
mucha frustración. Cuando escribo me enfrento a tres grandes obstáculos:
el primero es armar los eslabones de la trama; después, encontrar el
narrador, y el último, conocer a los personajes, que, de entrada, son
parecidos a mí, hablan como yo. Una vez que supero los tres escollos
llega la parte más disfrutable de la escritura y el libro fluye hacia el
final. No leía libros sobre fútbol antes de escribir mis primeros cuentos. De
Soriano había leído sus novelas y de Fontanarrosa me gustaba su humor
gráfico. Mis influencias son más generales, no es la literatura
futbolera. Sin duda, Soriano ha sido una influencia, pero también lo fue
Cortázar; sus cuentos fueron y siguen siendo fundamentales para mí.
Cortázar me demostró que se podía escribir sobre lo cotidiano, que era
materia literaria. Eso me cautivó. Es el autor que más me ha marcado
como lector. Soy profesor de Historia y sigo dando clases dos veces por semana. Es
como el mejor de los mundos, porque ya no tengo, como hasta hace cinco
años, sesenta horas de clase. Hoy trato de tener lo más parecido a una
jornada laboral. No pisarla con mis tiempos familiares. Me importa mucho
más ser un buen padre que un buen escritor. Probablemente, no sea un
buen escritor ni aunque le dedique veinte horas por día. Por lo menos,
intento ser un buen padre..
Un
porteño pierde, en promedio, 31 minutos por día esperando la llegada de
algún transporte público. Y aunque esa media hora puede parecer
tremenda, al menos, es mejor que los 41 minutos que pierden los
habitantes de Los Ángeles en la misma situación.
Embotellamientos,
piquetes, accidentes o las cambiantes frecuencias de los colectivos y
trenes son algunas de las "delicias" con que a diario "ataca" la ciudad.
Sin embargo, la explosión tecnológica de smartphones y tablets trajo aparejada la utilización de aplicaciones (apps)
que vienen en auxilio del viajero. En Buenos Aires existen al menos
seis -de fácil uso- que simplifican la movilidad, anticipando el estado
del tránsito, el funcionamiento de los servicios de trenes y subtes, o
la cercanía de un taxi.
En relación con otras ciudades, los
tiempos promedio de espera dejan a Buenos Aires en una buena posición.
En San Pablo, por ejemplo, aguardar un transporte demanda 37 minutos
diarios.
Cuando culmine 2014, los porteños que tienen la necesidad
de utilizar el transporte público para trasladarse dentro de la ciudad,
sin darse cuenta, habrán perdido cinco días del año esperando la
llegada del colectivo, el tren o el subte. A su vez habrán permanecido
en viaje durante 18 días, toda vez que, en promedio, utilizan 107
minutos diarios en viajes urbanos.
Los
datos se desprenden de un estudio realizado en 20 ciudades del mundo y
del que participaron 13.000 pasajeros frecuentes del transporte público.
La conclusión fue que, en promedio, los usuarios gastan 30 minutos en
espera y 90 en desplazamientos. Además, la queja más general fue la de
no saber cuándo llegaría el colectivo, el tren o el subte y el retraso
de los respectivos sistemas de transporte.
La encuesta global fue
realizada por Moovit, una aplicación gratuita para teléfonos celulares
que se utiliza en 400 ciudades de todo el mundo y que permite compartir
información en tiempo real sobre el estado del transporte público. Según
ese estudio, el 49% de los encuestados en Buenos Aires manifestó
insatisfacción por el sistema de transporte y el 44% dijo sentirse
frustrado al no saber la hora exacta de la llegada del colectivo, subte o
tren.
El tiempo de desplazamiento mencionado es diferente al
cálculo del Índice de Traslado Laboral 2014 (ITL) que fue elaborado
recientemente por Poliarquía para el Consejo Económico y Social. Según
dicho análisis, los porteños viajan un promedio de 78 minutos por día
(38 hacia el empleo y 40 para el regreso). El tiempo puede llegar a
superar los 100 minutos en caso de hacer combinaciones y, por el
contrario, disminuir a 66 minutos en aquellos que no realizan
transbordo.
Las diferencias entre ambos estudios se explican en
que el realizado a nivel mundial analiza el tiempo que una persona
utiliza el transporte en general, mientras que el ITL corresponde al
tiempo de traslado laboral.
Otras ciudades
Los
31 minutos de espera y los 107 de desplazamiento por las calles
porteñas contrastan con las ciudades en las que el transporte funciona
casi a la perfección, la mayoría, europeas. En Barcelona se registró el
menor tiempo de traslado con 63 minutos. En el podio aparecen Milán (74
minutos) y París (78). Algo más alejadas se encuentran Madrid (86) y
Atenas (88). Pero Buenos Aires se encuentra en una buena posición
respecto a otras metrópolis de la región como San Pablo, donde el tiempo
de desplazamiento es de 138 minutos, Río de Janeiro (134) y Bogotá
(114).
La comparación es similar de acuerdo con los tiempos de
espera. Respecto de las ciudades de América latina que fueron incluidas
en el estudio, Buenos Aires terminó con el mejor registro junto a
Santiago de Chile (31 minutos). Las siguieron San Pablo (37 minutos),
Bogotá (35) y Río de Janeiro que, junto a Los Angeles, fue el sitio que
mayor tiempo registró(41).
Además de Moovit existen otras apps
similares que pueden ser utilizadas con Android, iPhone, Windows Phone o
BlackBerry. BA Cómo Llego es la aplicación del gobierno de la ciudad
que permite buscar la mejor combinación para unir dos puntos
determinados a pie, en auto o en transporte público. Trenes en vivo es
la herramienta diseñada por el Ministerio del Interior y Transporte de
la Nación que al indicar la estación de la línea facilita los horarios
del servicio y el estado actual.
Por otra parte, Buenos Aires
Cortes permite conocer el estado del tránsito en tiempo real, con el
mapa de los piquetes, los embotellamientos, los semáforos fuera de
servicio y toda aquella situación que sea problemática para el tránsito.
Una función similar cumple Waze, que provee información en tiempo real
sobre el estado del tráfico. Dicha aplicación permite la colaboración
entre los usuarios que, de manera automática, pueden actualizar los
mapas y compartir información de lo que sucede. Entre las apps para
solicitar taxis se encuentran Safer Taxi y Easy Taxi. En ambos casos, la
aplicación ayuda al pasajero a localizar el móvil más cercano.
Frustraciones más frecuentes de los pasajeros
Una
de las mayores frustraciones que tienen los usuarios frecuentes del
transporte público en la ciudad de Buenos Aires es no saber cuándo
llegará el próximo tren, colectivo o subte (aunque en algunas estaciones
ya se está implementan un sistema que facilita esa información). Esa
información también surgió en los resultados de la encuesta global de
13.000 casos que incluyó a varias ciudades de América latina.
La
misma razón de frustración priorizaron los pasajeros de Atenas,
Barcelona, Boston, Londres, Los Ángeles, Madrid, Nueva York, París, Río
de Janeiro, Roma, San Francisco, Santiago de Chile, San Pablo, Tel Aviv y
Toronto. En muchas de esas ciudades, se registraron los tiempos más
bajo de espera como, por ejemplo, Barcelona (18 minutos), Madrid (21),
París (22) y Tel Aviv (29).
En otro segundo grupo se encuentran
los pasajeros que opinan que no saber cuál es la mejor manera de llegar
a destino es la peor falencia del transporte público. Entre ellos se
encuentran los pasajeros de Bogotá, Estambul, México DF y Milán. En
todos los casos, los tiempos promedios de desplazamiento se encuentra
entre los 92 y 114 minutos diarios.
Joffre Dumazedier, 1915-2002, visitó nuestro país a fines de los '60, en ocasión de un congreso, y se quedó unos meses. Estudioso del ocio, su enfoque sobre las formas del tiempo libre, comunes a todos, independientemente de la cultura recibida, despertaron fuertes polémicas. Estaba diciendo que todo el mundo se divertía mayormente con la misma música, los mismos lugares comunes, los mismos asertos del imaginario colectivo; por ejemplo, ya no se discriminaría música, teatro y libros orientados al público universitario y a quienes no tenían mayor instrucción.
Encontré esta estampa
de
http://es.slideshare.net/andrepinar/ociodumazedier
sitio al que remito por la nota completa
Los
años pasan y la relación entre la lujuria y el escándalo sigue siendo
una constante. Las infidelidades, el odio que sobreviene al amor mal
acabado y las infidencias mediáticas marcaron el paso de un 2014
bastante intenso. Aquí les presentamos el top five de las situaciones
más vergonzosas y sonadas, que nos coparon la pantalla chica y nos
resultaron insoportables. #PorFavorBasta
Sexo, fotos y paranoia
Noelia Marzol, una víctima de Camus.
Foto: Archivo
La
noticia se disparó con la misma rapidez en que las imágenes coparon las
redes sociales. Un hacker argentino puso en problemas a varias
estrellas -y estrellitas- dando a conocer fotos subidas de tono o sencillamente desagradables. En cuestión de horas se convirtió en una celebridad y, a contramano de lo que suele ocurrir con los hackers "serios", hasta se animó a dar entrevistas.
Todo terminó como empezó: de manera escandalosa y dejando la sensación
de que por algo existen límites entre lo público y lo privado: varios
familiares -incluida su abuela- salieron a decirle a los medios que el
muchacho en cuestión tenía algunos problemas psicológicos. Y aunque su
nombre de guerra -Camus- desapareció de los medios, algunas
imágenes quedaron para siempre en las retinas de los curiosos que
siguieron su corta y confusa carrera. Hace apenas unos días, volvió a
aparecer. La noticia, ahora, es que se negó a declarar ante el juez que
investiga el caso.
Luciana Salazar, Martín Redrado y Amalia Granata... y un trío que causó gran polémica.
Foto: Archivo
Jésica
Cirio y Martín Insaurralde no fueron los primeros, pero es cierto que
lograron pasar en tiempo récord por el registro civil. Antes, otra
rubia voluptuosa y otro golden boy de la política sorprendieron a todos con una relación impensada. La inclasificable Luciana Salazar y el ex niño mimado del menemismo, Martín Redrado
, tomaron por asalto las tapas de las revistas y se mantuvieron juntos
por mucho más tiempo del que el resto de la humanidad hubiese apostado.
Pero todo llega a su fin, y su historia de amor no fue la excepción.
Y como corresponde a estos tiempos, esa ruptura y todos sus derivados
vergonzantes encontraron su lugar en los medios.
Amalia Granata , colega de la rubia sobrina de Evangelina Salazar y nuevo amor de Redrado, agregó más leña al fuego y parece que todo terminará en la Justicia, con la inefable Ana Rosenfeld como patrocinadora de la blonda, por supuesto.
"Sexy es alguien que tiene confianza en sí mismo y se
ve feliz", dijo Kate Upton de 22 años, cuando People Magazine la eligió
como 'La mujer más sexy del planeta'. Y como lo que sigue es difícil de
describir con palabras nos remitimos a las imágenes que hablan por
ellas. Fotos de Sport Illustrated. Vougue, si.com, wallfem.com,
revistagq.com. , Guess, Liverpool Fashion Fest, beachbunnyswimwear.com y
barenecessities.com
Lunes 22 de Diciembre 2014
"Sexy es alguien que tiene confianza en sí mismo y se ve feliz", dijo
Kate Upton de 22 años, cuando People Magazine la eligió como 'La mujer
más sexy del planeta'. Y... como lo que sigue es difícil de describir
con palabras nos remitimos a las imágenes que hablan por ellas. Fotos de
Sport Illustrated. Vougue, si.com, wallfem.com, revistagq.com. , Guess,
Liverpool Fashion Fest, beachbunnyswimwear.com y barenecessities.com
(*)Oscurecido el objeto y oscuro el deseo. El nombre de esta sección
parafraseaEse oscuro objeto del deseo,
título una cinta de 1977, dirigida por Luis Buñuel y protagonizada por Fernando
Rey, Ángela Molina, Carole Bouquet, Julien Bertheau, André Weber, Milena
Vukotic.