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viernes, 23 de mayo de 2014

Nelly Prince y Cristina Banegas : Madre e hija actúan juntas en un clásico de Chéjov

de
Tiempo Argentino

cristina banegas y nelly prince

Madre e hija en un clásico de Chéjov

Las actrices integran el elenco de El jardín de los cerezos, que debuta mañana (por hoy viernes 23) en el Teatro San Martín. Comparten la alegría de trabajar juntas.

No, no. No hay experiencia que valga. Estoy en pleno ataque de nervios, pánico y agobiada por horrores de todo tipo. Hoy me desperté a las seis de la mañana diciendo una letra que no me había gustado como quedó en el ensayo de ayer. Era demasiado temprano. Faltaban como dos horas para levantarme. Quería volver a dormir, pero no había caso. Me venía a la cabeza la música de la obra, pensaba en mil y un detalles, diferentes formas de interpretación... Es más fuerte que uno", revela y sorprende Cristina Banegas, que personalmente siempre transmite un autocontrol casi marcial. Pero evidentemente la procesión va por dentro y se expresa por fuera de la mirada de los otros. Nelly Prince, su madre, confirma: "tiene que ver con el compromiso y la pasión que le ponés al hecho de actuar. Va el cuerpo, el alma y hasta la salud. Pero al final siempre queda el disfrute." 
Cristina Banegas es una de las máximas referentes del teatro local. Ostenta más de 45 años de una carrera marcada por la independencia, un prestigio bien ganado como docente y un compromiso distintivo como pionera y gestora del circuito off desde el espacio El Excéntrico de la 18. Su madre, Nelly Prince, es una histórica comediante que alguna vez fue casi abducida por sus habilidades y éxito como locutora –en los tiempos en los que las publicidades por TV eran en vivo y actuadas–. Más tarde se enamoró del tango y logró articular su faceta de cantora con la de actriz. Las une mucho más que la relación de madre e hija. Las une la pasión por el teatro y la música, la decisión para enfrentar las dificultades y desafíos que exige desarrollar una carrera con la mayor libertad posible y la voluntad por compartir. En lo cotidiano parecen casi opuestas: Banegas es todo exactitud y un rictus que nunca se desdibuja. Prince, puro entusiasmo, alegría y sonrisas permanentes. En esa relación fraternal también se dan lugar para los más pedestres modos entre hijas y madres. Contradicciones, correcciones e interrupciones: pero todo queda en familia y es parte del cariño que las une.
Por todo esto Banegas y Prince disfrutan de una verdadera temporada de celebraciones. Banegas interpretará por primera vez una obra de Antón Chéjov. A partir de mañana, protagonizará junto a Mario Alarcón (Gaiev) la versión dirigida por Helena Tritek de El jardín de los cerezos en el Teatro San Martín. La adaptación incluye a Prince como el ama de llaves.

–¿Cómo están viviendo trabajar juntas en El jardín de los cerezos?
C. B.: – Con mucha alegría. Mamá estuvo el año pasado en el San Martín con la obra Póstumos, yo hice aquí Medea. Hemos compartido varias experiencias artísticas. Hace relativamente poco trabajamos juntas en un espectáculo de tango. Pero esta es la primera vez que compartimos una obra de esta magnitud de producción y de un autor tan extraordinario como Chéjov.
N. P.: –La emoción no puede ser mayor. Vivimos una alegría enorme. Por la obra, por los personajes, por el equipo de trabajo, por el hecho de trabajar juntas. Más no puedo pedir.
–¿Cómo fue encontrarse con sus respectivos personajes?
C. B.: –Una situación casi inmejorable. Liuba es uno de los grandes personajes femeninos de la historia del teatro universal. Toda la obra es una gran metáfora de la caída y la negación. Pero esas características cobran en ella una encarnación muy precisa. Este tipo de papeles disparan enormes desafíos y entusiasmo. El papel de mamá es una adaptación de Helena (Tritek, la directora). El ama de llaves en realidad era un mayordomo.
N. P.: –¡Gracias a Dios hizo esa adaptación! Mi personaje es una persona muy comprometida y de gran fidelidad con esa familia. Ella ya podría ser libre, pero prefiere quedarse en esa gran casa. Cuando yo era chica tenía un ama de casa lituana que era muy buena. En la obra también canto en ruso por pedido de Helena. ¡¿Cómo no me iba a animar?! Aprendí por fonética, pero quise saber de qué se trataba la letra para poder interpretar de la mejor manera.

La charla toma su curso y el Teatro San Martín se empecina en imponer condiciones. La primera parte del encuentro se realiza en el bar del salón central. Con plena naturalidad, café de por medio, sonrisas, reflexiones y un ambiente de distensión. Hasta que la prueba de sonido de Violentango irrumpe en forma ídem. Es el momento de mudarse al amplio y lujoso hall de la sala Martín Coronado, en el primer piso. Los sonidos de bandoneón, bajo, guitarras y batería se siguen colando, pero en un plano más anecdótico que central. Parece el momento ideal para retomar el diálogo. Las protagonistas esperan las preguntas. Las preguntas llegan. Pero de pronto una coreografía de manos agitándose acompañan alternativamente la cabeza de los presentes.  No es un rapto de locura colectivo. Apenas un reflejo defensivo para disuadir a una patrulla de mosquitos, de esos particularmente molestos que parecen flotar antes que volar y que –más allá del lugar donde fueron incubados– poco les importa el teatro y mucho menos la libertad de prensa.
El jardín de los cerezos fue estrenada en 1904  en el Teatro de Arte de Moscú, con un elenco que incluía a la mujer de Chejov, la actriz Olga Knipper y a Constantin Stanislavsky. Fue la última obra de Chéjov y desarrolla las dispares reacciones de una familia de aristócratas quebrada. La salvación a la brutal caída social que parece casi inevitable sería vender una finca de gran extensión –justamente, el jardín de los cerezos–. Pero esa supuesta solución se encontrará con la resistencia de varios de los miembros de la familia –en especial de la madre, Liuba– y abrirá el juego a una galería de patologías, miserias y desencantos. La adaptación dirigida por Tritek incluye en el elenco a Cristina Banegas, Mario Alarcón, Esteban Meloni, Nelly Prince, Alejandro Viola, Dolores Ocampo, Lucía Alfonsín y Gipsy Bonafina, entre otros. La coreografía corresponde a Sandro Nunziata, la música original es de Carmen Baliero, la iluminación de Eli Sirlin, y la escenografía, el vestuario y las proyecciones de Eugenio Zanetti.
"Es una obra extraordinaria. Tiene un tono absolutamente musical. Pero no me refiero a que incluye música en vivo. Tiene un ritmo y una forma coral únicos. Es de 1903, pero su estructura dramática es muy moderna. Eran los tiempos de las verdaderas vanguardias y muchos de sus paradigmas no se han superado. El dolor, la fragilidad, las contradicciones, la incapacidad de amar, la mediocridad, la inercia. Todo eso Chéjov lo comprendía como pocos. Pero también sabía manejarlo con un gran sentido del humor. Su compresión del ser humano le da dimensión universal a su obra y también plena actualidad", subraya Banegas.
N. P.: –Es que en esencia el ser humano siempre es lo mismo.
C.B.: –Desgraciadamente. Seguimos haciendo las mismas estupideces desde hace miles de años.
N. P.: –Por lo menos ahora vivimos un poco mejor.
C. B.: – No creo.

–¿Cómo se trabaja la interpretación en una obra tan transitada?
C.B.: Es interesante ver otras versiones porque el teatro siempre es resignificación. Somos otras personas, vivimos en otro lugar y tiempo: aunque quisiéramos no podríamos hacerlo igual que como lo imaginó Chéjov. Y finalmente buscar dentro de uno y tratar de elegir siempre las mejores alternativas.

–¿Cómo ven la escena teatral local?
C.B.: – Hay una actividad monstruosamente grande. Eso es muy nuestro. Los mejores proyectos en general están en teatro independiente, auque hoy hay una horizontalidad que antes no existía. Un actor puede trabajar en cine, teatro y TV sin tantos problemas. Antes era muy difícil. Noto también que se están llevando al teatro muchos guiones cinematográficos y me parece interesante.
N.P.: Es que ahora hay mucho menos autores argentinos que antes.
C.B.: –No creo.
–¿Cómo recibieron la creación del Ministerio de Cultura y el nombramiento de Teresa Parodi?
C.B.: –Con mucha alegría. Me parece fundamental que en un país en el que la cultura es tan diversa, viva y hasta insurgente alcance el rango de Ministerio. Teresa Parodi es una persona intachable por su honestidad, ética y coherencia. Pienso que va a hacer una muy buena gestión.   «



FUNCIONES
El jardín de los cerezos se estrena mañana (por hoy viernes 23) en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín. Tendrá funciones de miércoles a sábados a las 20 y los domingos a las 19.

equipo completo
Además de Banegas y Prince, integran el elenco de El jardín de los cerezos: M. Alarcón, E. Meloni, A. Viola, D. Ocampo, L. Alfonsín, G. Bonafina, G. Rey, M. Bustamante, D. Masajnik, F. Bril, S. Nunziata, A. Gangemi, M. Henderson, D. Lorenzo, M. Vega, M. Peregal, M. Díaz, y los músicos J. Faisal, G. Domínguez, M. Nehmad Alché y W. Garin. La dirección es de Helena Tritek.


el recuerdo de alfredo alcón
La muerte de Alfredo Alcón conmovió al público en general y a muchos de sus colegas. Alcón marcó más de medio siglo de teatro y cine en la Argentina. Banegas y Prince no son la excepción.
"Fue algo que me golpeó mucho –dice Banegas visiblemente conmovida–.  Trabajé dos veces con él en teatro y cultivamos una hermosa amistad. De hecho estuve en su casa el día anterior a su muerte. El año pasado fui a ver dos veces Final de partida y le dije a todos mis alumnos que no se la perdieran. Tenía una relación única con la palabra. Esa voz era capaz de todo."
–Quienes lo conocieron dicen que era una persona muy inspiradora.
CB: Totalmente. Te entusiasmaba con un par de palabras. También era tímido y muy humilde. Tenía un gran sentido del humor y en la giras la pasábamos bárbaro.
NP: Era un ser humano encantador. Pura sencillez. Además, era un hombre muy bello.



voces de tango
En 2008 Cristina Banegas y Nelly Prince presentaron el espectáculo de tango Aire familiar. Se trató de una ocasión muy especial para compartir escenario y gustos musicales.
NP: –Pensar que a mí antes el tango no me gustaba. Yo era una apasionada por la comedia y esa cosa dramática no me atraía. Pero desde hace unos años me reconcilié con las letras. Algunas tienen una dimensión increíble. Por eso me gusta tanto cantarlas. Son historias muy profundas que empiezan y terminan en tres minutos. Lo gracioso en nuestro espectáculo es que yo hacía los temas más dramáticos y Cristina los más reos y humorísticos.

–¿Hay alguna posibilidad de que vuelvan a cantar juntas?
CB: – Por ahora no.
NP: – Nos hizo una invitación la gente del Teatro San Martín para hacer algo en ese sentido. Nos gustaría mucho. Pero tenemos que charlarlo bien.
 

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