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martes, 8 de octubre de 2013

III/III Paula Sibilia: intimidad publicada, confesiones y monólogos


Reseña y enlace de una entrevista a Paula Sibilia, antropóloga, por Claudio Martyniuk , publicada en Clarín en Septiembre de 2008. 

Paula Sibilia: "Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet"


Lo privado se hizo espectáculo, abriéndose a las cámaras la cotidianeidad banal y también aquella que antes se guardaba con pudor. Blogs y fotologs acentúan esta tendencia.

Claudio Martyniuk. cmartyniuk@clarin.com
Mostrarse como sea es la divisa que predomina en nuestra época. Y esto lleva a que se trastoque la relación público/privado. Paula Sibilia, autora de los libros El hombre postorgánico. Cuerpo, subjetividad y tecnologías digitales (FCE, 2005) y La intimidad como espectáculo (FCE, 2008), es una atenta estudiosa de las metamorfosis de la cultura contemporánea.

¿La intimidad está en crisis?

Hay una crisis de la intimidad, la cual, como perteneciente al ámbito privado, ya no se opone al ámbito público, porque pasa a exhibirse. En el siglo XVIII se privilegió el espacio público; fue el siglo del hombre público. Y la privacidad, en ese contexto en el que empieza a configurarse la división entre lo público y lo privado, quedó como el ámbito de la familia y de la mujer. En el siglo XIX hubo una inflación del espacio privado, y el espacio público empezó a ser estigmatizado, temido por engañoso, hipócrita, y el espacio de la intimidad pasó a ser el de la verdad y la autenticidad, donde se podía estar sin máscaras, y era moralmente superior. La moralidad privilegiada era la del hogar, de las relaciones familiares, íntimas. Esa superioridad moral de la intimidad no terminó. El ámbito público está cada vez más estigmatizado, más asfixiado. En las décadas de 1960/70 algo empezó a cambiar de una forma compleja, desdibujando la frontera entre lo privado y lo público. Desde entonces, la intimidad pasó a mostrarse en el espacio público. 


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Ahora hay un estímulo al cambio. Y mostrar la intimidad tiene que ver con el hecho de que es lo más valioso, aunque se trate de cosas banales: cómo uno se lava los dientes, cómo es la decoración de mi casa, mi estilo. Entonces, lo que más se valora es lo íntimo. Pero en algún punto dejó de ser íntimo, porque perdió su opuesto, lo público. Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet. Formaba parte de la definición de lo íntimo el pudor, lo oculto, había que cerrar las ventanas y puertas. Ahora se pone una webcam que muestra todo lo que se hace dentro de una casa. Lo que se muestra en Internet deja de ser íntimo. 
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El dominio de la visibilidad, ¿extiende el campo de la confesión?

La confesión es un dispositivo de poder sumamente eficaz, más eficaz que la censura, porque la censura hace callar. La confesión es más sutil, porque es menos evidente, y porque hace hablar. Ella nace con la Iglesia, es desarrollada por la Justicia, y es usada en los siglo XIX y XX por la psicología, la psiquiatría y la medicina, y ahora se vuelve mediática, aparece exacerbadamente en los medios. Y esto hace que la confesión, que se hacía en un ámbito cerrado, ahora se haga pública. Antes predominaban los secretos de confesión y profesional. Ahora no sólo no se solicita esa reserva sino que se ruega que no se guarde el secreto. Hay sitios en Internet donde se pueden confesar secretos para que los vea todo el mundo. La gracia es confesar algo privado.
 

Se habla, pero son monólogos. ¿Estamos ante el eclipse de la cultura de la conversación?
 

Se habla hasta por los codos, se habla en todas partes; los teléfonos celulares parecen haber llevado eso al paroxismo, y sin embargo, como lo señaló Guy Debord en La sociedad del espectáculo, hace cuarenta años, el arte de la conversación está muerto. La conversación, como un arte, no es lo que hacemos con el celular.

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