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y reseña de la nota publicada en La Nación
Vaticano
Inusual audiencia del Papa con novios de todo el mundo
Celebró el Día de San Valentín con unas 30.000 personas en la Plaza San Pedro; dijo que el amor "para siempre" es posible
ROMA.- "Sabemos todos
que no existe la familia perfecta, ni siquiera el marido perfecto o la
esposa perfecta... ¡Y no hablemos de la suegra perfecta! Existimos
nosotros, pecadores."
Fue una de las frases llenas de humor y realismo que lanzó ayer el Papa ante 30.000 novios de 30 países del mundo que participaron de una inédita audiencia con él en la Plaza San Pedro durante el Día de San Valentín , celebrado en honor del obispo de Terni que murió mártir en Roma el 14 de febrero del año 273, protector de los enamorados.Organizado por el Pontificio Consejo de la Familia, el encuentro debía tener lugar en el Aula Pablo VI, pero se hizo en la Plaza San Pedro por la cantidad de gente. Fue una fiesta en la que hubo testimonios de parejas, bailes y canciones de amor.
Cuando el Papa llegó, pasado el mediodía de un día primaveral, fue aclamado como un héroe. Pese a que había tenido una mañana con agenda nutrida, a Francisco, de 77 años, se lo vio con gran energía: en un momento, desde el papamóvil, atrapó con destreza una rosa roja que le tiró una pareja.
Durante el encuentro, el Papa respondió, directo y claro, a tres preguntas sobre las dificultades del matrimonio que le plantearon tres parejas de novios.
La primera tuvo que ver con el miedo al "para siempre". Después de subrayar que hoy muchas personas les temen a las elecciones definitivas debido a una "cultura en la que todo pasa rápido", el Papa aseguró que es posible el "para siempre" si detrás hay un amor verdadero.
"Pero ¿qué entendemos por amor? ¿Sólo un sentimiento, un estado psicofísico? Si es esto, no puede construirse nada sólido. Pero si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no solos", dijo.
Tras llamar a los novios a construir una casa fundada en una roca sólida, y no sobre sentimientos de arena, que vienen y van, Francisco instó a no dejarse ganar por la cultura de lo provisorio.
Aseguró luego que el miedo al "para siempre" se cura con pequeños pasos y el compromiso común a volverse hombres y mujeres maduros en la fe "porque el matrimonio no funciona sólo si dura, sino que es importante su calidad".
"Estar juntos y saber amarse es el desafío de los esposos cristianos", recordó Francisco, que también destacó la importancia de la oración en el matrimonio.
"Pídanle a Jesús que multiplique su amor. En la oración del padrenuestro pedimos «danos hoy nuestro pan cotidiano». Los esposos pueden aprender a rezar también así: «Señor, danos hoy nuestro amor cotidiano», porque el amor cotidiano de los esposos es el pan, el verdadero pan del alma, el que los sostiene para seguir adelante", señaló y arengó a la multitud a repetir en voz alta esa oración. "¡Todos juntos! ¡Otra vez!", pidió el Papa, que obtuvo su respuesta de la multitud de novios, entre los cuales había algunos argentinos.
La segunda pregunta tuvo que ver con las dificultades de la convivencia. Después de sentenciar que "vivir juntos es un arte, un camino bello, paciente y fascinante", Francisco explicó que existen tres palabras clave para ello: permiso, gracias y perdón.
"Hay que aprender a pedir: «¿Puedo hacer esto? ¿Te gusta que hagamos así? ¿Que eduquemos así a los hijos?». Pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los otros y no es fácil. A veces usamos maneras un poco pesadas: el amor verdadero no se impone con dureza y agresividad", afirmó. Y al explicar la tercer palabra clave, "perdón", dijo: "En la vida hacemos muchos errores. Los hacemos todos". Y como ya había aconsejado en otra oportunidad, aseguró que el secreto para conservar el amor es nunca terminar el día sin hacer la paz.
"Es habitual pelearse entre esposos, quizá se enojaron, quizá voló un plato, pero, por favor, recuerden esto: nunca terminen la jornada sin hacer la paz. ¡Nunca!", dijo.
Ante la última pregunta, sobre la celebración del matrimonio, fiel a su estilo, Francisco dijo: "Hagan de modo que sea una fiesta cristiana y no una fiesta mundana", austera, sin demasiada preocupación en las señales exteriores, como la comida, las fotos y el vestido. Finalmente, recordó que "el matrimonio es un trabajo de cada día, un trabajo artesanal, porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a su esposa y la esposa tiene la tarea de hacer más hombre a su marido"..
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