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martes, 1 de noviembre de 2011

Exhiben en Internet el arte que elegían los nazis


Hitler fue uno de los mecenas más activos del Estado que forjó, en tanto compró obras por siete millones de marcos durante las grandes muestras propagandísticas organizadas en la Casa del Arte Alemán de Munich entre 1937 y 1944. Pretendía plasmar el ideal estético del Tercer Reich y del arte contemporáneo de la época. El primer catálogo de la Casa del Arte Alemán explicaba que allí se expondrían las mejores obras de arte que Alemania tiene para ofrecer. Otros jerarcas nazis entendieron el mensaje y aportaron para adquirir obras La mayoría, sin embargo, eran ciudadanos comunes. 

Los catálogos y archivos de la muestra están disponibles ahora en Internet,
www.gdk-research.de  

Durante décadas, estos registros estuvieron olvidados en el Instituto Histórico de Munich. Escasos investigadores habían demostrado interés ​​en las preferencias estéticas de los nazis, antes de que el Instituto Central para la Historia del Arte y el Museo Histórico de Berlín crearan el GDK Research. En el sitio, en idioma alemán, hay información sobre las 12550 obras que allí se expusieron y sobre algunos de los compradores de unas 6000 piezas vendidas. 

Los 600000 visitantes que acudieron cada año a la Casa del Arte Alemán contemplaban bustos y retratos del líder nazi, iconografía del Tercer Reich, estatuas heroicas del escultor Arno Breker –un protegido la élite nazi– como también obras de contenido erótico. 

Cada uno de los seis catálogos disponibles en Internet cuenta una historia inédita del nazismo, revelando las aspiraciones de Hitler en cuanto al arte contemporáneo.

Luego de la primera edición, Hitler no quedó conforme con la calidad de las obras. El Führer tiene un ataque de rabia, escribió Goebbels en su diario privado. 

El valor artístico de estas muestras fue escaso, debido al éxodo masivo de los artistas que huían del nazismo.
-        La estética era menos uniforme de lo que se esperaba. Había mucha obra y demasiados artistas, declararon los investigadores Christian Fuhrmeister y Stephan Klingen al periódico Spiegel.

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