Translate

domingo, 29 de junio de 2014

Creó las capubufandas "de jugando"

Decir "de jugando" es recurrir a una expresión idiomática que ilustra el modo en que se hace algo, tiene la connotación de un resultado tangencial al propósito principal y resta importancia a la propia responsabilidad en el esfuerzo. 


de
La Razon

Jugaba con retazos de tela y creó las “capubufandas”

4
23 JUN 2014 | 09:04
Por BRIAN COHN -
Jugaba con retazos de tela y creó las “capubufandas”.
Jugaba con retazos de tela y creó las “capubufandas”.





El primer vistazo es engañoso: la supuesta combinación de colores entre capucha y bufanda no es tal. Sería igual de fashion y abrigado, claro que sí, pero la propuesta de Belén Domínguez (27 años) para esta época bajo cero fue más original. Como el 2x1 de shampoo y crema de enjuague, ella unió ambas prendas y diseñó las “capubufandas”.

Este accesorio, que ya se comercializa en locales y ferias de Capital y Gran Buenos Aires, no surgió para paliar las bajas temperaturas, aunque realmente lo logra; tomó forma por la necesidad de aprovechar los retazos que dejaban las fábricas textiles. Bajo el lema “Cero desperdicio”, este producto y otros que vende Belén (alfombras, fundas, bolsos, cartucheras) se confeccionan con los pedacitos de tela que generalmente terminan en la basura.

Se estima que el 20% de la industria textil es desperdicio. Y Belén encontró en ese “descarte” un emprendimiento sostenible y un estilo de vida. “Uno de los objetivos era no perder un peso y por eso les ofrecimos a los talleres llevarnos los pedacitos que no usaban”, señala esta joven que trabaja en Saavedra y que vive en Exaltación de la Cruz, 80 kilómetros al norte de Capital.

La marca lleva el nombre de Kinta Pata. Y no es casualidad. “Buscamos una vuelta de tuerca o la quinta pata de las cosas para darles un sentido más ideológico y sustentable. Tiene que ver con la vida que llevo: vivo en el campo, tengo mi propia huerta, separo la basura, voy a instalar paneles solares...”, detalla.

La historia de Belén podría ameritar una película. A los 21 años, dejó la carrera de Ciencias de la Comunicación y se fue a recorrer el mundo. Vivió en los cinco continentes y trabajó de camarera, niñera, recolectando kiwis y vendiendo artesanías. En su paso por Nueva Zelanda, conoció a una diseñadora de indumentaria, quien contribuyó en el armado de las “capubufandas”. Los altos costos en dólares y la escasez de fábricas textiles en el país de los All Blacks coartaron el negocio, por lo que Belén volvió con su idea a la Argentina. “Todo empezó como un juego, probando, uniendo los restos de tela, jugando con las puntadas...”, dice. Eso que comenzó como un juego ahora se convirtió en una pyme en expansión, de la que viven siete personas, entre ellas su novio. Y todavía hay tela para cortar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario