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lunes, 2 de junio de 2014

Reeditan La muerte baja en el ascensor.de María Angélica Bosco

de
Página 12


libros
Domingo, 25 de mayo de 2014

PARA APRETAR EL BOTÓN DE ALARMA

Publicada originalmente en el Séptimo Círculo, la novela de María Angélica Bosco vuelve a viajar en el tiempo para reaparecer en la colección Serie del Recienvenido, seleccionada por Ricardo Piglia. Un enigma con alemanes en tiempos del final del peronismo.


La muerte baja en el ascensor. María Angélica Bosco Fondo de Cultura Económica 154 páginas

 Por Andrés Tejada Gómez


¿Qué conecta a novelas tan disímiles como En breve cárcel, Nanina, Minga o La educación sentimental de la señorita Sonia? Desde ya, no el hecho de compartir una generación literaria o una estética en común. Mucho menos la posibilidad de establecer conexiones entre escrituras incompatibles. ¿Qué puede unir a Hombre en la orilla de Briante con ¡Cavernícolas! de Libertella? Establecer conexiones parece una tarea titánica. Sin embargo, la respuesta aguarda en la punta de la lengua: el afán crítico de Ricardo Piglia por reeditar textos que parecían estar en la periferia del canon. Ahí encuentra su punto de inflexión. La Serie del Recienvenido se propone como operación volver a poner en circulación textos que resultaba arduo encontrar, muchas veces primera obra de un autor. Encauzar la reelectura de textos en un horizonte interpretativo diferente del de su contexto de producción y ver qué surge de ese acontecimiento. La apuesta no deja de ser atractiva, teniendo en cuenta que la elección y los prólogos a cargo de Piglia suelen promover con ímpetu el placer de la lectura. Ahora le ha llegado el turno a La muerte baja en el ascensor, una correcta novela policial escrita por María Angélica Bosco, que se publicó por primera vez en la colección Séptimo Círculo, que dirigían Borges y Bioy Casares. Bosco (1909-2006) fue escritora, traductora y periodista. Trabajó en diversos medios gráficos y radiales. Como traductora se arriesgó a autores como Flaubert, Zola, Rimbaud y Calvino. También transitó el sendero del ensayo, Borges y los otros (1967) es una evidente muestra de esa práctica.
El género policial está ampliamente estudiado por la crítica y existe un consenso en plantear dos andariveles básicos dentro de su propia genealogía. Se señala a Edgar Allan Poe como el precursor del relato policial de enigma, a partir de tres cuentos memorables que fueron imponiendo las pautas que luego seguirían Chesterton y Wilkie Collins, entre otros. En el relato de enigma, la figura del detective cobra una relevancia significativa, que apela a la razón como herramienta principal para resolver los casos. La historia debe sostenerse en una pureza formal que no tendría que contaminarse con aspectos sociopolíticos. La figura del detective debe cumplir ciertas pautas: la capacidad de cálculo, de establecer nuevas lógicas a los hechos y construir una secuencia argumentativa que lo lleve de manera rigurosa al esclarecimiento. Luego el género establece nuevas reglas a partir de su arribo a Estados Unidos, donde abandona el puro razomiento como principio constructivo. Dentro del género negro o hard-boiled, la acción narrativa se encuentra imbuida en distintos resgistros de violencia. La conspiración o la ambición libidinal del dinero, el sexo alienado y la corrupción de las instituciones de seguridad son el entramado que le brinda su identidad más estable.
La muerte baja en el ascensor, de Bosco, se publicó en el año 1955, atravesada tanto por el enigma como por los rasgos más atractivos del policial negro. La trama es sencilla, pero a medida que nos vamos adentrando su nivel de complejidad se va acentuando. Una fría noche de agosto una joven mujer rubia aparece muerte en el ascensor de un respetable edificio de clase media alta. No son ociosos los datos sociales. Tampoco el hecho de que buena parte de los implicados sean alemanes que hayan llegado luego de terminada la Segunda Guerra Mundial. Con sutileza, la novela nos permite leer una solapada crítica al peronismo. Además de pericibir un estilo de sintaxis donde el narrador muestra su atildada voz de clase acomodada, para el lector contemporáneo puede resultar demodé. Los indicios nos llevan a pensar en un posible deceso por mano propia. Una suerte de venganza de orden sentimental ejecutada por la víctima. Pero la inesperada muerte de uno de los principales sospechosos y el suicidio de otro personaje vuelve imposible abandonar la investigación. La trama toma un giro inesperado. El detective Ericourt y su ayudante Blasi no se contentan con las evidencias más elocuentes. La resolución resulta atrapante.

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